Monday, April 23, 2007

¡Oh, bueno!

Diego Torres nombrado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por su "aporte a la cultura". No hay mucho más que agregar a eso...

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Wednesday, April 18, 2007

Diez pesos

Recién, en Truchimundo, encontré una batea entera -¡entera!- dedicada a vender el DVD de Gran Hermano 2007 ("Es la jibarización del cerebro y del pensamiento humano", lo definió José Nun). Por 9.99$ te podías llevar "imágenes de la casa" y "el video de Osito". Quién puede tener el cerebro tan diluido en mierda como para gastarse diez mangos en eso, es un enigma metafísico digno de estudio para un concilio de filósofos, psicólogos y científicos varios. Claro, el hecho de que sea el programa más visto de la televisión nacional, dice mucho del estado mental/cultural/espiritual promedio. Me supera por completo.
Eso sí, con 10$ podría comprar un bate de béisbol para darle por la cabeza hasta que se parta a todos los de la casa, al público y, sí, por favor, al forro insoportable de Rial (¡Dios, cómo lo odio!). Y ya que estamos, con lo que queda del bate, me cruzo al canal de al lado a la derecha, y se lo pierdo en el orto a Tinelli.

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Monday, April 16, 2007

"Equipo chico la puta que te parió..."

Sí, ya sé, el título no derrocha objetividad, pero me gustó el cantito. Vamos al clásico.
El fútbol, se sabe, está hecho en enorme medida de sensaciones. De allí que muchos hinchas -y también periodistas- se hayan ido con la idea de que River podría haber ganado ayer, de que fue superior a Boca en el segundo tiempo, y de que mereció el empate. Bueno, nada más lejos de la realidad.
Basta con hacer un repaso de las posibilidades de ambos durante el partido, para darse cuenta. Cuando hablo de posibilidades, me refiero a jugadas netas de gol, evitadas por el arquero, los palos, o la impericia de los delanteros. Bien, de esas, Boca tuvo 9 -contando el gol de Ledesma- contra 1 de River, en el primer tiempo. Y en el segundo, hubieron 4 -contando el tanto de Rosales- de River, contra 3 de Boca. Más claro, echale agua.
Pero se puede ser más claro aún. El partido pasó de un baile de antología en el primer tiempo, en el que si Boca repetía la efectividad que tuvo contra Gimnasia hubiéramos estado hablando de goleada histórica, a un encuentro parejo y de ida y vuelta en el segundo tiempo. Los que hablan de "un tiempo para cada uno" vieron otro partido. O se dejaron llevar por las sensaciones. Sensaciones fundamentadas en que, no pudiendo jugar peor que en el primer tiempo, River se dedicó a presionarlo a Boca durante los primeros 25 minutos del segundo. De esa manera le cortó la circulación, le sacó la pelota y la iniciativa, lo partió en dos, le empató y, sobre todas las cosas, evitó que Boca lo goleara. Pero nunca logró convertirse en el dominador del partido y, por añadidura, volvió a perder el control del mismo en los últimos veinte minutos, cuando Riquelme consiguió escaparle a las marcas y Boca empezó a arrinconarlo a River contra un arco. De hecho, en el pasaje de cierto dominio riverplatense, el equipo de Passarella apenas generó una situación neta: el gol de Rosales. Es decir, el teórico dominio plumífero no se tradujo en llegadas, sino en el control de la pelota y en cierta iniciativa. Las llegadas de River que pudieron terminar en gol, se dieron en los últimos cinco minutos (dos de Ruben y una de Beluschi), de contrataque, y tras zafar de tres netas de Boca (Palermo, Riquelme, Cardozo). Lógicamente, como esas llegadas se dieron tan sobre el final (la primera de Ruben fue en el minuto 46, y la segunda en el 48) algunos alucinaron con que River merecía ganar y que jugó mejor que Boca en el segundo tiempo. Pero, lo dicho, son sensaciones. River deberá aprender de una vez por todas a leer la realidad de lo que produce, si es que pretende recuperarse. Ya hubo una crónica de debacle anunciada cuando ganó tres partidos seguidos en el último minuto, con más culo que cabeza, y se creyó que estaba jugando bien, para chocar luego con la triste realidad. Boca deberá replantearse seriamente que perdondar tanto redunda en tragos amargos. Le pasó ayer con River, le pasó con el Bolívar allá y con el Cienciano acá, comprometiendo su clasificación en la Copa.
Acá van los puntajes:
1- Caranta (5): Casi no la tocó. Transmitió seguridad. En el gol no tuvo nada que hacer.
4- Ibarra (6): Cumplió. Se proyectó con criterio y no le llegaron demasiado por su punta.
6- Díaz (7): De lo mejorcito atrás. Anticipó muchas.
3- Morel (6): Gran primer tiempo, bajó en el segundo.
30- Clemente (6): Tuvo un primer tiempo de Selección, impasable en defensa e incisivo en la proyección. Bajó mucho en el segundo, donde Rosales lo tuvo mal.
8- Ledesma (8): Hizo el gol, recuperó, se corrió todo, hizo todos los relevos, tocó con criterio. La rompió.
25- Banega (5): En el primer tiempo recuperó y entregó la pelota, pero le quitó fluidez al toqueteo de Boca por excederse en el traslado. En el segundo, no solo no aflojó con eso de no largarla rápido, sino que termino perdiendo demasiadas pelotas por no hacerlo.
19- Cardozo (3): Horrendo lo de Neri. No tuvo el más mínimo peso en el partido. Fue el peor jugador de Boca.
10- Román (9): El primer tiempo fue para ponerle un marco. La gastó. En el segundo pudieron controlarlo durante los primeros 25 minutos, pero después volvió a resurgir.
14- Palacio (5): Rodrigo anduvo muy bien en el primer tiempo, cuando les pintó la cara a Ferrari y a Domínguez, pero se perdió tres goles hechos. En el segundo no pesó tanto.
9- Palermo (5): Importante pivoteando y aguantando la pelota, falló en lo suyo: el gol. Se comió uno por definir mal de derecha e, insolitamente, tiró por arriba un cabezazo de esos que suelen ser gol.

1- Carrizo (10): Le sacó dos a Palacio, una a Palermo, una a Neri, dos a Riquelme... Con otro arquero, Boca ganaba 5 a 0.
4- Ferrari (3): Solo le vió el número de la camiseta a Palacio. Jamás se proyectó. Debió irse expulsado en el PT por una plancha descalificadora a Banega.
2- Tuzzio (5): De lo más decente de una defensa de terror.
20- Nazzutti (4): Está claro que jugó por cábala -nunca perdió contra Boca-, porque a Palermo lo perdió siempre.
3- Domínguez (3): Ante todo, cortate el pelo y sacate esa vincha ridícula. En lo estrictamente futbolístico, formó parte de una defensa que le tiene que agradecer a Carrizo no haberse comido una goleada histórica. Si Boca terminaba 5 a 0, nadie dudaría que estos puntajes son los correctos.
28- Fernánez (5): Impreciso con la pelota, de todas maneras fue de los más decente que mostró River en el medio.
5- Ahumada (4): Tenía que anular a Riquelme, pero se comió un paseo de novela. Por algo lo sacaron...
25- Ponzio (6): Otro de los que zafaron del medio millonario. Fue abanderado de la presión en el segundo tiempo y consiguió controlar a Riquelme por un buen rato.
8- Beluschi (3): De cómo transformar a un excelente número 8, en un jugador irresoluto e inseguro. Preguntarle a Passarella cómo se hace.
15- Rosales (8): Fue fundamental para el empate. No solo por el gol, sino porque se bancó solito la ofensiva riverplantense, siendo el único jugador que realmente inquietó a Boca durante todo el partido.
10. Ruben (5): Si bien el número que tiene en la espalda le queda enorme, le puso mucha garra. Metió el pase del gol de Rosales, y casi lo liquida al final.

Pezzotta: Impecable. Sólo se equivocó con la placha de Ferrari, a quien tendría que haber expulsado.

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Monday, April 09, 2007

Especulaciones presuperclásico

Se suele decir que el clásico es un partido aparte, donde los momentos de los equipos no cuentan, y es bastante cierto. Diría más: el clásico suele ganarlo aquel que viene de punto. Eso tiene una lógica futbolera inexorable, que la entiende cualquiera que haya jugado alguna vez a la pelotita. El que viene en la mala se aferra a ese único partido como tabla de salvación, sabe que rompiéndola ahí salva la ropa y, por añadidura, cuenta con la ausencia de presión porque de última, si pierde, era previsible. Claro, antes de que los hinchas plumíferos se empiecen a restregar las manos me es indispensable hacer una salvedad para esta regla. La misma no suele correr cuando se enfrentan un equipo que viene en caída libre, derrumbándose anímica y futbolísitcamente, sin ningún tipo de argumento futbolero para intentar torcer el rumbo; contra uno que viene en franco ascenso, con un funcionamiento aceitado y el ánimo por las nubes. En esos casos, el segundo le pasa el trapo al primero sin más. Me basta recordar el 2-0 a favor de River en tiempos de Brindisi, o el 3-0 gallináceo en tiempos de Menotti. Boca venía para atrás y no jugaba a nada, River venía puntero y jugando a todo. Y nos pasaron por arriba sin concesiones. Por el lado xeneize vale recordar el paseo en la Heladera al que el 2-0 (y la bicicleta de Iarley) le quedaron cortos, o la tricota en la Bombonera en tiempos del Virrey, el día del Topo Gigio.
Me parece que en este caso, la mano viene por ese lado. Lógicamente esto es fútbol, donde la verdad la tienen 22 tipos y una pelota. Capaz que el domingo sacan a relucir el orgullo, dejan todo y nos lo dejan en flor, o simplemente tienen un golpe de suerte y nos amargan la tarde. Pero lo dudo, hay demasiadas diferencias tanto anímicas, como futbolísticas, como de jerarquía individual. Así que me juego por un triunfo bostero.
Eso sí. La gente está muy enferma. La amargura de la gente de Vélez es a esta altura un clásico, pero putearlo a Russo -que les dio un título- de la manera que lo hicieron, solo porque se fue a otro club, me parece un despropósito. ¡Ah! ¿Era porque les mandamos a La Volpe a cambio? ¡Perdón! Me tendría que haber dado cuenta...
Sobre los hinchas de River -que nos recuerdan siempre la bandera negra- puteando a Passarella, bueno, qué decirles... El tipo fue el mejor 6 de la historia del fútbol argentino, y jugó para River. Ganó 7 títulos como jugador -uno de ellos el que sirvió para cortar la racha de 18 años sin salir campeón- y 3 como técnico. Que lo puteen mocosos imberbes que desconocen estas cosas, vaya y pase. Pero si tenés de 30 años para arriba, no lo podés putear. Period.

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Friday, April 06, 2007

Apreciaciones de mi 60º recital internacional

Digamos que la cosa parecía haber empezado bien cuando leí -en la entrada, en el sitio, en el diario- que el recital empezaba a las 18 horas. "Bueno", me dije, "esto va a ser al estilo europeo o yanqui: empezarán a las 19, tocarán un par de horas, y a las 22 estoy de vuelta en casa". Claro, eso me pasa por empeñarme en olvidar que vivo en la Argentina. Porque no bien estuve en la cola, alrededor de las 17.30, empecé a percatarme de que la realidad es siempre la realidad, y que había algo seguro: a las 18 no iba a haber ningún recital. Después de que abrieran las puertas a las 18.30 y de estar adentro casi una hora después, la cosa se hizo más patente aún cuando observé con desazón que el tiempo pasaba, AC/DC seguía de fondo, los instrumentos seguían cubiertos con lonas de plástico y Placebo no tenía pensado aparecer. Así se hicieron las 21 horas y nada de nada. Perdón, sí hubo algo. Los plomos destaparon algunos de los equipos, incluida una batería que lucía la inscripción Bonsur. ¡O sea que no solo no van a empezar a las 18, ni siquiera a las 21, sino que además va a haber grupo soporte! ¡Oh, the humanity, THE HUMANITY!, como alguna vez exclamó Newman. Y hablando de humanities, el público de Placebo fue de lo más heterogéneo que he visto en la vida. Siendo la primera vez en mi vida que terminé yendo solo a un recital, y considerando todo el impensado tiempo que tuve para hacerlo, mi actividad favorita consistió en analizar al público concurrente. Demás está decir que en su enorme mayoría, como es de esperar, se trataba de un público de clase media acomodada, para arriba. También una abrumadora cantidad de mujeres, lo cual fue muy satisfactorio porque me permitió ver el recital desde la tercera fila sin sufrir aplastamientos ni empujones de ningún tipo. La variedad femenina iba desde niñitas que no debían tener más de 12 años, a muchachas cuyo aspecto no revelaba mucha estirpe rockera que digamos, a exponentes de esa grey marilinsonesca/evanescente que vino a reemplazar a las chicas Cure/Siouxie/Bauhaus de mi adolescencia. Detalle llamativo que me hubiera arruinado la existencia en caso de ser un muchachito joven y soltero a la caza de féminas: todas -pero todas- las chicas más lindas fuman. Una pena. El plano masculino era un poco más previsible: muchachitos con remeras de Placebo (obvio), Nirvana, The Cure, Manson, Nince Inch Nails, Bowie o Pearl Jam, todos los cuales revelan desde las influencias de Placebo hasta hacia a dónde han derivado los gustos de aquellos que alguna vez fueron cultores del grunge. Y, por supuesto, estaban los chicos andróginos, que pasaban por diversos estadios. A saber: alguno era realmente hermoso y sabía llevar su androginia con estilo, alla Bowie circa The man who sold the world; otro era más del palo Manson, menos glamoro y más oscuro, pero también se defendía; y después estaban los fiascos, que eran de dos tipos: los muchachos que no se dan cuenta que no alcanza con la ropa, el peinado, el rimmel o quebrar la muñeca con la que se sostiene el cigarrillo, es indispensable una sensibilidad femenina, un estilo que surge naturalmente y que hace a la androginia; por otro lado están los chicos -lo que voy a decir no es políticamente correcto, pero es real- de extracción más humilde a los que simplemnte hay cosas que "no les quedan", como el planchado de pelo cuando este es tan grueso que termina pareciendo un casco, o la actitud andrógina cuando tu rostro se parece al de un barra de Chacarita. No queda bien chicos, lo siento.
En fin, más allá de todo esto -y de que cuando sonó Jane's Addiction en la previa, pocos sabían de lo que se trataba- llegó el momento de la banda soporte. Resultó un tanto insoportable, mezcla de los excesos de demagogia del cantante con lo hartos que estábamos por la amansadora. La banda no sonaba mal, es cierto. Pero pecaba de dos clásicos nacionales: lo mal que le queda el castellano a determinados géneros y la ausencia absoluta de coros gancheros. Una vez que Bonsur terminó su breve aunque energético set, apareció finalmente Placebo.
El recital fue excelente por varios motivos. El primero de ellos es que tocaron alrededor de dos horas, con un listado de veinte temas, sin detenerse a perder el tiempo en boludeces, y sin arrugar cuando se les cortó la luz ni cuando largó la lluvia. Si bien no hubieron la cantidad de hits de la vez del Luna -es lógico, estaban presentando disco nuevo- tocaron "I know" que es mi tema favorito de Placebo, y aquel por el que empecé a escucharlos, así que en lo personal me quedé satisfecho. Me gusta además la actitud de Molko quien hace un sabio equilibrio entre el histrionismo propio de una estrella de rock y el manejarse al mismo tiempo como lo que es: un tipo que escribe buenas canciones y al que las circunstancias lo colocan arriba de un escenario, pero que ha estado del otro lado, ahí abajo. Y después está la música, que sonó como la hostia y que tiene esa extraña cualidad placebesca de no ser terriblemente original y de utilizar un número limitado de acordes, melodías, armonías, fraseos y estructuras, pero de tener siempre en la manga un gancho (un coro, un arreglo) lo suficientemente poderoso como para meterte en el bolsillo. ¡Ah! Y en vivo Molko canta con mucha, pero mucha pasión. Y uno siempre compra eso. En fin, que a pesar de la amansadora, a pesar de que tenía los pies hechos una milanesa -tengo un sobrehueso en el pie derecho que, cuando estoy demasiado tiempo parado o cuando juego al fútbol, me duele como la puta madre-, a pesar de la lluvia, a pesar de haber ido solo, el recital estuvo realmente muy bueno y fue una buena manera de apagar las 60 velitas de rock de afuera.

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Son tiempos difíciles... para el gallinero

Cabotaje: dícese de los vuelos internos de una aerolínea, aquellos que jamás cruzan las fronteras. También aplicable a aquellos equipos que se vanaglorian de una grandeza que son incapaces de demostrar fuera del ámbito local.

1- 25 millones de dólares gastados en figuritas internacionales.
2- 600 mil dólares de sueldo a un DT que se quedó afuera en primera ronda en 1991 y 1993.
3- Truchadas aquí y allá, como que a su rival, un día antes del partido decisivo, le saquen sus cuatro figuras por una sorpresiva -aunque nunca mejor sincronizada- sanción de la CSF.
4- Eliminación a manos de un equipo venezolano, con goleada y baile, una fecha antes de que termine el grupo.
5- Un punto de cinco cosechado de local, sin goles a favor, ante un equipo venezolano que debutaba en la Copa, y un equipo menor de Ecuador.

Cabotaje, niños de Núñez, cabotaje. Aprendan bien el significado de esa palabra antes de arrogarse títulos de grandeza que les quedan muy grandes.

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