Wednesday, March 29, 2006

Grunge III: "With the lights out..."

Recién venía caminando, escuchando música y empezaron esas hermosas guitarras que preludian "Smells like teen spirit". No pude evitar recordar la primera vez que la escuché. Es, indudablemente, una canción definitiva, de esas que te cambian la vida. Y así fue, por eso me quedó perfectamente grabada esa primera vez.
Es extraño, porque la recomendación de "tenés que escuchar esto", acompañando uno de esos viejos cassettes TDK's que nos salvaban la vida a los jovenes ochentosos, vino de la persona menos pensada. Fede -y no Poore, aunque el apellido de este Fede también empieza con P- es uno de mis tres o cuatro mejores amigos, nos conocemos desde los 6 años (tenemos 35, hagan números) y compartimos 300 millones de experiencias y de gustos. El musical no se cuenta entre ellos. Es que, pulidos por el tiempo y la apertura de cabeza, ahora flasheamos ambos con el tango y con el jazz, pero en aquel entonces, lo suyo era el rock sinfónico y Charly García, el piano y la voz entonada como instrumentos; mientras lo mío era el hard rock, el metal y el punk, y la guitarra distorsionada y la voz desgarrada como instrumentos. Sin embargo, fue Fede el que me pasó el cassette. Un misterio.
Ese era mi contexto musical. El vital era otra cosa, por cierto. Había egresado del colegio casi tres años antes, barajando estudiar música, letras, psicología o periodismo. Terminé estudiando Derecho. Pongámoslo así: generalmente es muy difícil saber lo que realmente se quiere hacer cuando uno sale del colegio. Se está -o al menos se estaba a fines de los '80- considerablemente en pelotas de todo. No hablo de estar en pelotas sobre cómo es realmente ejercer la carrera elegida. Ojalá. Se está en pelotas respecto a lo que es ir a una Universidad, estudiar, dar finales... Y encima después viene lo otro: vivir de eso. Y ahí es cuando te incineran la cabeza. A uno, pobre idiota de clase media alta relativamente acomodada, le atornillaban el cerebro con la frase aterradora: "te vas a morir de hambre". La sentencia quedaba rebotando en la cabeza con más delays que la presentación de Johnny Allon -chiste para ochentosos- o que la guitarra de The Edge (ese chiste es un poco más actual). Entonces, uno tiene un viejo abogado que tiene un estudio, a uno le gusta la Historia -y otro cliché clásico era "si te gusta la Historia, tenés que estudiar Derecho"-, uno no tiene personalidad, o más bien la tiene pero más mareada que marcador de Agüero, y todas las carreras que a uno le interesan suscriben a la noción "muerte por hambre". Entonces uno va y estudia Derecho.
Por dos años nomás. Fueron dos años de vivir de acuerdo a lo que se esperaba que fuera. Dos años de despersonalización absoluta. Hasta que un día, sentado en el estudio de mi viejo, estudiando Derecho Constitucional, dije "que mierda estoy haciendo". Ese día se terminó la aventura por el mundo "normal". Empecé a estudiar Comunicación Social, me dejé las chapas, y comenzé a exhibir todos los signos de lo que se empeñaban en calificar como "adolescencia tardía". Yo lo llamaba ser yo. Encima conocí a Astrid, mi primera novia posta. Una mina con 30 conflictos por segundo, pero de corazón de oro y lista para apoyarme en mi transformación. Transformación a la que solo le faltaba una cosa: una referencia lo suficientemente poderosa per se como para adueñarse de ese momento y volverse icónica.
Bien, ese era el contexto en el que el cassette llegó a mi vida. Habíamos estado en casa, era un sábado a la noche. Mis viejos no estaban, mis hermanos tampoco. Mi novia se había ido a la quinta de los primos. Era una noche de verano, de esas que te juntás con tus amigos, en la cocina de tu casa y, una cerveza detrás de otra, filosofás sobre todo lo que podés filosofar cuando tenés 20 años. Que es mucho, por eso los chicos se fueron tarde. Cuestión que me voy a mi cuarto y me acuerdo: "¡Ah! El cassette de Fede...". Vuelvo a la cocina y lo veo, una mancha negra y rectangular sobre la mesa blanca y redonda. Me lo llevo al cuarto, lo meto en una cassetera Phillips amarilla y negra, subo el volumen, apago la luz -me encanta escuchar música en la oscuridad- y aprieto play. Entonces empiezan esos primeros acordes, la guitarra ligeramente sucia, el sonido que me da la sensación de alguien tocando solo dentro de un galpón o de un garage. Y de pronto arremete la bata, con la furia de un John Bonham resucitado, la guitarra, ahora distorsionada, repite los acordes junto al bajo, en un borbotón de potencia que se ahoga bruscamente. Es que ahora la bata se calmó tan súbitamente como se había enfurecido, y solo marca a una línea de bajo solitaria, mientras los arpegios de guitarra sugieren que no todo va a seguir así, y aparece la voz. Sí, qué voz, la puta madre. Una melodía beatlesca, es cierto, pero cantada con la voz desgarrada que uno siempre soñó tener, una voz que parecía tratar de contener la angustia y la rabia que de todas maneras se va filtrando de a poco. "Hello, hello, hello, I don't know" empieza a repetir la voz, casi robóticamente, como lo haría un maniático atado por su camisa de fuerza, moviéndose hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás. Pero la guitarra no tiene nada de robótico, junto al bajo y a la bata empiezan a aumentar la intensidad. Como una amenaza que es promesa al mismo tiempo. Y de pronto todo estalla en un coro que es aullido, rabia, catársis, liberación, éxtasis. Solo pasó un minuto de la canción y ya pasó todo eso. Y yo, que me había acostado en la cama, estoy sentado en la oscuridad, los ojos fijos en el grabador, no pudiendo creer lo que estoy escuchando, sintiendo la necesidad de saltar por todos lados, de romper todo, de... Es una noche de fines de 1991 y, en la oscuridad de mi cuarto, en apenas un minuto, mi vida acaba de cambiar para siempre.

Monday, March 27, 2006

El rito

Lo ritual tiene el atractivo de lo seguro y definitivo, el saber que la repetición de los mismos actos conlleva siempre un final absoluto y también de caracter totalmente supremo, generalmente divino. Uno se sorprendería si se pusiera a enumerar la cantidad de actividades diarias que poseen un caracter ritual y que nos gratifican. Bueno, ayer se dio una de ellas. Se llama paternidad. En este caso, ante el hijo sempiterno, River Plei. Fue hermoso. Se dieron todos, pero todos los ingredientes. A saber:
1- Verlos todos amontonaditos atrás, con los laterales que no cruzaban mitad de cancha ni con orden judicial y los dos delanteros arriba como espectadores de lujo.
2- Pelotearlos sin parar, a sabiendas de aquella máxima de los goles errados y el arco propio. Pero igual no importa, a los equipos chicos que vienen a defenderse hay que pelotearlos.
3- Que nos hagan un gol totalmente injusto (golazo, eso sí).
4- Que nos echen a dos -perfectamente echados ambos- y ver como de todas maneras marchan hacia su sino inevitable: las piernas, temblorosas, incapaces del esfuerzo final para liquidar el partido con dos hombres más, como sabiendo que eso no es para ellos, que la historia dicta otra cosa...
5- El temblor de las piernas que se traslada a la tribuna, donde los ojos se empañan de temor cuando ven el cartelito anunciando que entra su Némesis, ese que usa la número 7.
6- Es como que ya saben, como que lo ven venir. Y hay un derrumbe de la voluntad, una flaccidez de los músculos, una certeza de destino que se anuncia como sentencia inexorable.
7- Y entonces ese pequeño demonio con la 7 en la espalda dibuja uno, dos, tres firuletes y la pierna del defensor va hacia él, lo busca, cumple el destino manifiesto como si tuviera voluntad propia.
8- Y allá enfrente no pueden más, pero todavía viene lo peor, porque el ritual no sería completo si el verdugo no es él, el Titán, el 9. El gigante del que siempre se ríen con sorna al principio y con nerviosismo apenas lo tienen en frente, porque saben cómo son las cosas, saben que él está ahí para arruinarles la vida. Siempre.
9- Y se las arruina nomás. Cañón zurdo, descarga, último minuto. Y los globos naranjas se desinflan con la velocidad de los sueños o de los recuerdos añejos, si al fin de cuentas ¿qué otra cosa es una victoria hace 20 años? El aire que sale de ellos está frío, helado como el pecho de esos 5000 que pensaban torcer la historia, desvirtuar el ritual.
10- Pero es más lindo aún, porque no termina ahí. Porque después vienen las lágrimas, el llanto, el "jugamos mejor", el "equipo chico", los manotazos desesperados del que llora como mujer lo que no supo defender como hombre. Y que sorprenden, sí, a pesar de su caracter ritual. Porque uno piensa que algún día cambiará, que algún día se daran cuenta, que lo asumirán. Que harán honor de las sabias palabras de un guerrero colombiano: "Clásico es clásico. Ellos saben lo que pasa..."

Thursday, March 23, 2006

Feni

¿Te acordás cuando eramos Meteoro y El Enmascarado? ¿O cuando le mangueabamos un marrón al Tata para ir al Tesoro? ¿Te acordás de los penales contra el portón de tu casa, cuando vos eras Gatti y yo era Mastrangelo? ¿O cuando nos afanábamos duraznos en las fincas sanagasteñas? ¿Te acordás cómo nos reíamos con los cuentos del Iogur, o con Carlitos Millicai y el aladelta del techo, o con Aldillito y "te he muerto el tanque"? ¿Te acordás cuando escuchábamos los Beatles o la primera vez que ecuchamos Pink Floyd y flasheabamos con los helicópteros de "Antoher brick in the wall"? ¿Te acordás del sol filoso de La Salamanca o de cuándo fuimos a buscar la luz mala al río? ¿Y de cuándo me enseñaste a bailar cuarteto para que no me tuviera que quedar sentado toda la noche en las fiestas? ¿Te acordás del algarrobo del Alto Colorado o de cuando llegamos a la punta de la Piedra Bola? ¿O de esa vez que, mirando ese cielo pura estrella de Sangasta, planeamos qué ibamos a hacer en el año 2000? ¿Te acordás de las siestas interminables, jugando al billar en lo de Manuel y Pipo? ¿O de las noches en la esquina, con toda la banda? ¿Te acordás cuando hicimos la pista de bicicross? ¿O las miles de tardes en el dique? ¿Te acordás de la Monona y su "escuhame Fernandit"? ¿O de las Coca Colas que nos tomábamos en Reina? Yo me acuerdo. Me acuerdo todo tan bien que duele.
Hoy hace tres meses que te fuiste. Así, de pronto, impetuosamente. Como eras vos. Y todavía no lo entiendo, y mucho menos lo soporto. Y te extraño como la puta madre. Y tengo un dolor que me parte al medio. Y no puedo concebir que estés muerto, que seas un recuerdo, que cada vez que vaya de vuelta, vos no vas a aparecer en cualquier momento, con esa sonrisa cálida y el vozarrón diciendo : "¿Cómo andai Albertit?". Y el abrazo de hermano. Porque nos decían primos, pero heramos hermanos.

Tuesday, March 21, 2006

La deificación de la ineficiencia

Viernes, Editorial. Nos sentamos a plantar un libro (para quien no lo sepa, el plantado consiste en el "armado" de un libro o revista, se va página por página definiendo qué va en cada una: fotos, epígrafes, columnas, textos principales, títulos, etc.) cuya fecha de plantado se conoce desde el año pasado. El libro en cuestión es sobre New York, la ciudad más famosa del planeta, sobre la que abunda material de todo tipo. "Bien", propongo, "yo abriría con una imagen característica de la ciudad, sea una toma desde la bahía o desde uno de los edificios, que se vea la línea de rascacielos". La respuesta: no hay tal imagen. De hecho, ¡alegría: no hay ninguna imagen! "Pero no puede ser, pedí las imagenes hace una semana". "Sí, pero el que las busca se fue de vacaciones", me contestan. "Ajá, pero el que se fue de vacaciones sabía que había que hacer esto, que hoy era el plantado, que había que tener las imagenes. ¿Quién quedó a cargo?". "La gente de archivo". Veloz llamado a la gente de archivo. La respuesta que parece un mal chiste: "Dicen que tienen la lista de las cosas, pero que todavía no empezaron a buscar". ¡Buenísimo! Les explico: uno tiene 6 días para escribir estos libros. ¡6 días! Y ya estaba perdiendo el primero porque quien tenía que buscar las imagenes se fue de vacaciones sin asegurarse que el trabajo iba a ser completado (o al menos iniciado) y porque quien quedaba a cargo decidió tomárselo con calma proverbial. Plan B: "Beto, andá escribiendo aquello que no esté directamente vinculado a las imagenes, el lunes nos juntamos y plantamos en 2 horas". Tras mascullar un ok, partí a tratar de aprovechar lo que me quedaba del día laburando.
Lunes. Editorial otra vez. Estamos hablando de New York, les recuerdo. Nos sentamos. "Bien, a ver las imágenes". Diez sobres escuálidos, con tres fotos cada uno. Fotos de la década del 50 (literalmente), todas las imagenes con las Twin Towers o sin ellas (pero no porque estas últimas sean actuales, sino porque son anteriores a la construcción de la torres), ausencias inexplicables: "¿Cómo que no hay fotos del Central Park? ¿Me están cargando? ¡¡¡No puede no haber fotos de Times Square!!! ¿Y las del atentado del 11 de septiembre? ¡¡¡¡No puede no haber fotos de eso, si yo mismo hice la nota cuando fue el atentado y había fotos!!!!". Claramente estamos ante una situación de ineficiencia absoluta, de no tomarse el trabajo de buscar mínimamente. Llamo al archivo -una bomba de tiempo a punto de estallar- y les pido que me traigan TODAS las fotos que tengan de NYC. De pronto aparecen 50 sobres, pero siguen sin aparecer las fotos que hacen falta. Para colmo están todas mezcladas: abrís el sobre que dice "Madison Square Garden" y te aparece el puente de Brooklyn. Cualquier cosa. Y mientras tanto las horas pasan, pierdo otro día, veo cómo no voy a poder ver a unos amigos que quería ver, compruebo que voy a tener que volver a casa y quedarme laburando hasta las mil quinientas, en vez de estar con mi familia, mientras en mi cabeza retumba el "no te estreses, el stress es un disparador de lo que vos tuviste" del médico. Y en el medio, percibo cómo quienes me rodean tienen la loca idea de que yo busque las fotos. Entonces la bomba explota. "Muchachos, es increíble que un libro que debería ser una pelotudez, termine siendo un quilombo por que hay gente que sencillamente no hace su trabajo. Y al no hacerlo nos caga a todos los demás. Yo NO PIENSO buscar las fotos, NO PIENSO hacer el laburo de otro. O si lo hago, que me lo paguen". "Bueno", tratan de explicarme, "Pero sabés como es Fulanito, es medio colgado. Y aca en el archivo, la gente tiene que hacer cosas para otras revistas y...". A esa altura las razones me resbalaban: "Me chupa un huevo. Yo tengo 6 días para escribir este puto libro y ya perdí dos. Y no me pagan millones por hacerlo. ¡Compren imágenes, vayanse a NY a sacar las fotos, lo que se les cante pero basta de pelotudear!". En fin, cuestión que tuvieron que comprar las imágenes.
Pero el tema es lo otro, ese culto a la ineficacia característico de nuestro país. Esa falta de compromiso, ese cagarte en el trabajo ajeno, esa desidia total. Todavía hay idiotas que acusan al estado de ineficiente. Pues bien, acá tenés una situación digna del personaje de Gasalla, pero en una editorial privada. Y no es una excepción a la regla precisamente. El punto no pasa, en la Argentina, por estatal o privado. El punto pasa por una forma de ser, una falta absoluta de educación -no en el plano de los libros, sino educación sobre cómo convivir mínimamente en una sociedad-, el punto pasa por una forma de ser como individualidades, que después se refleja en una forma de ser como país. Y, aunque suene repetido, redundante, cliché: así estamos...

Friday, March 17, 2006

Grunge II: Soundtrack

Una listita de discos que musicalizan el período al que hago referencia (1991-1994). En orden alfabético:
1- “Facelift” (Alice In Chains)
2- “Sap” (Alice In Chains)
3- “Dirt” (Alice In Chains)
4- “Jar of flies” (Alice In Chains)
5- “Shake your money maker” (Black Crowes)
6- “The southern harmony” (Black Crowes)
7- “Blind Melon” (Blind Melon)
8- “Introduce yourself” (Faith No More)
9- “The real thing” (Faith No More)
10- “Angel dust” (Faith No More)
11- “Live through this” (Hole)
12- “Jane’s Addiction” (Jane’s Addiction)
13- “Nothing’s shocking” (Jane’s Addiction)
14- “Ritual de lo habitual” (Jane’s Addiction)
15- “So tonight that I might see” (Mazzy Star)
16- “Metallica” (Metallica)
17- “Kill’em all” (Metallica)
18- “Master of Puppets” (Metallica)
19- “Ride the lightning” (Metallica)
20- “Mother Love Bone” (Mother Love Bone)
21- “Every good boy deserves fudge” (Mudhoney)
22- “The downward spiral” (Nine Inch Nails)
23- “Bleach” (Nirvana)
24- “Nevermind” (Nirvana)
25- “Incesticide” (Nirvana)
26- “In Utero” (Nirvana)
27- “Unplugged in NYC” (Nirvana)
28- “Ten” (Pearl Jam)
29- “Vs” (Pearl Jam)
30- “Vitalogy” (Pearl Jam)
31- “Doolittle” (Pixies)
32- “Porno For Pyros” (Porno For Pyros)
33- “Frizzle Fry” (Primus)
34- “Rage Against the Machine”
35- “Mother’s milk” (Red Hot Chili Peppers)
36- “Blood sugar sex magik” (Red Hot Chili Peppers)
37- “Document” (R.E.M.)
38- “Out of time” (R.E.M.)
39- “Automatic for the people” (R.E.M.)
40- “Uncle anesthesia” (Screaming Trees)
41- “Sweet oblivion” (Screaming Trees)
42- “Gish” (Smashing Pumpkins)
43- “Siamese dream” (Smashing Pumpkins)
44- “Daydream nation” (Sonic Youth)
45- “Goo” (Sonic Youth)
46- “Dirty” (Sonic Youth)
47- “Screaming Life” (Soundgarden)
48- “Ultramega OK” (Soundgarden)
49- “Louder than love” (Soundgarden)
50- “Badmotorfinger” (Soundgarden)
51- “Superunknown” (Soundgarden)
52- “Core” (Stone Temple Pilots)
53- “Purple” (Stone Temple Pilots)
54- “Temple of the Dog” (Temple of the Dog)
55- “Undertow” (Tool)

Thursday, March 16, 2006

Grunge I: "Preludio"

La música es el centro de mi vida, lo tengo claro. Si bien me fascinan otras ramas del arte, como la literatura (de hecho, me gano la vida con ella) y el cine (en cierta medida, también: escribiendo sobre él), solo la música posee dos virtudes propias e intransferibles: su inmediatez y su carácter evocativo. Por eso es inevitable que sea la más emocional de las artes, y también la más catártica. Ningún arte posee la propiedad de ser percibida en su totalidad de manera instantánea, pudiendo reproducirla (cantando) en cualquier lugar o momento. Ningún arte dispara instantáneamente pensamientos, imágenes, sensaciones, estados de ánimo. Cuando estaba internado, veía películas, leía libros y cómics, pero solo la música lograba un efecto curativo.
Pues bien, de toda la música que anda dando vueltas y que me gusta, mi preferida es el rock. El porqué será tema de otro texto. Porque a lo que me quiero referir es a un género específico del rock. Sí, obvio, el del título. No me atrevo a afirmar que es mi preferido pero, si no lo es, pega en el palo. En realidad tendría que ampliar un poco más y referirme a la música alternativa yanqui de principios de los 90's. Y si bien tengo otros géneros que amo profundamente (el rock del período 1965-1975, el post punk, el brit pop), el grunge está directamente relacionado con un período muy especial de mi vida. Es MÍ música. Escucharla solo me remite a momentos únicos, irrepetibles. Sobre todo eso: irrepetibles. Fue la música que acompañó uno de los períodos más felices de mi vida. Y es la irrepetibilidad de los hechos y factores que ocurrieron en ese momento, conjugados con la perspectiva que provee el paso del tiempo, lo que le da tanto peso a esa música. Y es también el hecho esencial de que durante ese período, como nunca lo había sido y como ya no lo volvería a ser, la música era TODO, el centro absoluto sobre el que giraba toda mi existencia. En esa época todo me parecía posible. Ahora sé que no lo es. Esa, por ejemplo, es una de las razones por las que esa época, esa hermosa ingenuidad, es irrepetible. Fue una época de descubrimiento y de liberación. Descubrir qué era lo que quería para mi vida y liberarme de la pesada estructura con la que había cargado durante 20 años. Dar un giro de 180º. Patear el tablero. Fui realmente libre a partir de 1991. Y "Smells like teen spirit" fue el himno de ese nuevo estado...

Del dolor

El lunes me hicieron una punsión de médula para una biopsia. En la primera semana de abril voy a tener los resultados. Es que el año pasado me detectaron una leucemia y estuve internado un mes en Fundaleu. Casi me muero, literalmente, pero ahora la cosa parece ir mejorando. De hecho, me siento muy bien físicamente, como hace rato no me pasaba. Es raro cómo funciona la cabeza del ser humano. Ya me hicieron cuarenta mil estudios, pinchazos, operaciones y lo que se me ocurra cuando estuve internado. Y me la banqué sin chistar. Pero el lunes fui con un cagazo... Es como que, cuando estaba adentro y en el baile, estaba tan concentrado en salir vivo del asunto que me olvidaba del dolor. Pero ahora, de regreso a la vida normal, el dolor pasó al primer plano. Algo parecido le pasa a quien va a la guerra, escuché por ahí. Y calculo que esta es mi pequeña guerra personal.

Wednesday, March 15, 2006

A ver de qué se trata esto

¿Debería escribir un editorial para el inicio de mi Embrionic Journey? No, no creo que sea necesario. Si ni siquiera sé a dónde me va a llevar. Solo que el pueblo quería saber de qué se trataba. Y largamos. Veremos a dónde llega.