Grunge XXIII: "I'm lookin' California, and feeling Minessotta"
Algo empezó a resquebrajarse cuando fuimos a grabar al estudio. Es elemental señalar que era un estudio realmente bueno, sobretodo considerando nuestras magras finanzas. Por ende, teníamos que ponernos las pilas para aprovechar al máximo el tiempo y tratar de sacarle el jugo a cada hora. Hacíamos camino al andar, aprendiendo en el proceso. Debí empezar a sospechar algo cuando una de las canciones elegidas para grabar fue "Abismos". Digamoslo así: si vas a grabar cuatro canciones, y una de ellas es instrumental, tenés que ponerte a pensar. No me iba a paranoiquear porque le pusiéramos mucha cámara a mi voz, por ejemplo, ya que lo consideraba lógico. Tampoco porque dobláramos la voz. Para nada. Pero el Negro fue muy directo: "Albert, tenés que tratar de mantener la misma energía durante toda la línea vocal. Arrancás al palo, pero te quedás sin aire y no podés rematar la nota con la misma potencia. Además, a la voz le falta más cuerpo". Contundente. Porque nada de lo que se me estaba pidiendo, podía ser hecho sin haber estudiado canto. Era la cruel realidad: yo no podía dominar mi voz ni sabía cómo hacerlo. Lo mío era pura pasión, pero no sabía regular el aire, ni abrir la garganta, ni impostar la voz, ni utilizar los músculos de la cara, ni crear una caja de resonancia para la voz. En síntesis: no sabía cantar. Y, a la hora de grabar en serio, eso se volvía muy perceptible. Había demasiado distancia entre el sonido de la banda y el de mi voz. A pesar de todo, le dimos para adelante y grabamos nuestro ansiado demo. Lógicamente, con todo el laburo que le pusimos a la voz desde el estudio, sumado a todo mi esfuerzo por cantar lo más atildadamente posible, logramos que el resultado final fuera más que decente. Aún hoy puedo escuchar el demo sin sentir vergüenza de ningún tipo por mi producción vocal. Pero claro, eso es una cosa. Otra muy distinta era que el demo te partiera la cabeza, que era lo que había imaginado en mis sueños afiebrados. Mi voz hacía que fuéramos una banda más. Cuando escucho cantar a Dargelos me remite exactamente a eso: la voz no está al nivel de la música. Claro, Dargelos supo hacer del defecto, virtud. Se la bancó, dijo "yo canto así", y terminó dándole a la banda una identidad propia, para la cual esa voz es esencial. Yo no supe hacer eso, no supe venderles ese caramelo a mis compañeros de banda. Y en lugar de eso, me encontré en un problema. ¿Tenía que ponerme a estudiar canto, entonces? ¿Y el costado punk? Yo dudaba seriamente que Kurt hubiera tomado siquiera media lección de canto. Para colmo, mi feliz etapa como desocupado -ergo, como rocker full time- había llegado a su fin: había enganchado un laburo, que sumado a la facultad, los parciales -que empezaban justo por esa época del año- y mi noviazgo de un mes de vida, hacían que el tiempo no estubiera precisamente de mi lado. Comenzó a partir de ese día una presión que fue creciendo con el tiempo y de la que no necesariamente eran responsables mis compañeros de banda. Me la metía yo mismo, atrapado en la disyuntiva, tratando de encontrar una solución que no veía posible, al menos con la urgencia que nuestro camino al Olimpo rockero requería. Aquel día algo comenzó a resquebrajarse. Algo parecido a la magia...
1 Comments:
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Señoras de las cuatro décadas: en lugar de poner "Sos mi vida" todas las noches, prueben sintonizar "MonteBeto" en su explorador amigo.
¡Es igual de atrapante! (y sin Facundo Arana.)
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9:49 AM
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