Monday, August 14, 2006

Grunge XVIII: "Jump around"

Tabasco se ponía cada vez mejor y por eso ya no íbamos a otro lado. No tenía sentido hacerlo porque ningún otro lado nos daba eso que tenía Tabasco. Ya era un rito, literalmente. Veíamos "Headbangers" -ciclo de MTV que, como su nombre lo sugiere, estaba dedicado al metal y, por extensión, al grunge. Dos horas de videos de nuestras bandas favoritas- y, cebados partíamos para Tabasco, llegando justo para el momento en el que abrían. A esa altura ya eramos tan habitués - no exagero si les digo que íbamos viernes y sábado, desde que abrían hasta que (literalmente), ayudábamos a cerrar la puerta- que nos hacían descuento en el ya de por sí cómico precio de la entrada, así que cada uno garpaba 2$. Nos recibían con algo tranqui. Podía ser una sucesión de estos temas: "Fade into you" de Mazzy Star, "Pets" de Porno For Pyros, "Come as you are" de Nirvana, "Hunger Strike" de Temple of the Dog, "No rain" de Blind Melon, "Losing my religion" de R.E.M., "Jeremy" de Pearl Jam, "Sober" de Tool, "Would? " de Alice In Chains, "She talks to angels" de los Black Crowes, "Disarm" de los Smashing Pumpkins, "Here comes your man" de los Pixies... He ahí un segmento inicial, típico de Tabasco. Luego la cosa iba tomando ritmo progresivamente, hasta volverse "bailable". El tema de transición solía ser "Been caught stealing" de Jane's Addiction. Y después, la música -que a esa altura estaba direccionándose hacia el rock alternativo y el metal yanquis, dejando atrás el espectro más amplio de los principios, que incluía desde rock nacional (Sumo, Divididos, Los Brujos, Massacre y Babasónicos sobre todo) a brit pop- pasaba por la cosa grunge y alternativa, con un medley rapero, para ir volviéndose más dura, hasta terminar en un pogo generalizado del metal más extremo. Sintéticamente, imaginen una progresión de este tipo: "Hard to handle", de Black Crowes", "Tones of home" de Blind Melon, "Evenflow" de Pearl Jam, "Man in the box" de Alice In Chains, "Outshined" de Soundgarden, "Kool thing" de Sonic Youth, "Cannonball" de las Breeders, "Nearly lost you" de Screaming Trees, "Prison sex" de Tool, "Mother" de Danzig, "Stop!" de Jane's Addiction, "Smells like teen spirit" de Nirvana, "Sex type thing" de Stone Temple Pilots, "Touch me I'm sick" de Mudhoney, "John the Fisherman" de Primus, "Loser" de Beck, "Unbelievable" de EMF (coladísimo brit) "So watcha ya want" de los Beastie Boys, "Insane in the brain" de Cypress Hill, "Jump around" de House of Pain, "Body counts in the house" de Body Count, "Epic" de Faith No More, "Thunderkiss 65" de White Zombie, "Killing in the name" de Rage Against the Machine -la violencia del pogo en este caso, con todos rugiendo "Fuck you/I won't do what you tell me!" es lo que se dice una experiencia inolvidable-, "Symphony of destruction" de Megadeth, "Seek and destroy" de Metallica, "Punishment" de Biohazard, "Territory" de Sepultura y "Walk" de Pantera. Por supuesto que había muchísimas más canciones, pero calculo que eso sirve para captar la idea.
Lo mejor era que además de que -per se- ellos ponían música que nos fascinaba y en muchas ocasiones nos daban la posibilidad de escuchar por primera vez algunas cosas -Rage Against the Machine y Tool son un ejemplo-, también tenían la mejor, y te ponían las canciones que vos les pedías. Incluso si les llevabas algún disco que ellos no tenían, ponían las canciones que vos elegías. Así se sumaron al repertorio, por mediación personal, "Bone China" y "This is Shangrila" de Mother Love Bone, banda por la que tenía un particular cariño por su trágica historia. La primera vez que pusieron "This is Shangrila", fue para hacer el pasaje de lo tranqui a lo más bailable y yo salté a la pista creyendo que iba a ser seguido por una legión de acólitos del grunge, felices ante la joyita que estaba sonando. Para mi sorpresa, la ignorancia era grande -o Mother Love Bone no era del agrado de tantos como yo imaginaba- porque me econtré bailando casi solo, de no ser por la compañía de un muchacho flaco, fibroso, en cuero, lleno de tatuajes y con cierto aire a Dave Navarro. Bailamos como desquiciados y cuando terminó esa canción, me acerqué a felicitarlo, ya que había sido el único que había demostrado un conocimiento de la alhaja en cuestión. Se llamaba Mariano, y era cordobés, algo que me quedó claro por la combinación de su indisimulable tonada y del pin de Belgrano que lucía en su gorrita. Nos quedamos charlando y ese mismo día nació una entrañable amistad. Mariano era un enfermo de la música, lo que se dice un melómano con todas las letras y era especialmente fanático de Jane's Addiction, lo que -como siempre le digo- lo hace todavía mejor persona. Paseaba perros, estudiaba sonido y a su papá - al igual que a sus abuelos y tíos- lo había matado el Comando Libertadores de América. Mariano, además, vivía con su vieja y con su hermana melliza. "¿Y tu hermana está acá?", le pregunté. "Sí, es esa que está sentada allá", me señaló. Para mi grata sorpresa, era Soundgarden.
Recuerden que nosotros solíamos identificar a las chicas que nos interesaban en Tabasco, por el nombre de la banda que lucían en sus remeras en el momento en el que las "detectábamos". Pues bien, el Negro, había detectado a Soundgarden hacía rato, una linda morocha bien argenta, que lucía frecuentemente una remera de la banda en cuestión. Banda, por cierto, que era la favorita del Negro de la camada Seattle. Con lo que había sido amor a primera vista, al menos de su parte. Solo había un par de problemas. El primero era que ella no había dado ni el más mínimo signo de interés, de hecho parecía ni haber tomado conciencia de la existencia del Negro. Y eso que, no les voy a mentir, el Negro era fácilmente detectable: tenía onda y en general las mujeres lo miraban con algo más que interés. El otro problema era Laura, la novia del Negro. No se los voy a negar, para Ale y para mí, Laura -con la que salía desde fines del año anterior- era un bajón. Era lo que se suele calificar con el término "concheta", acepción de amplísimo espectro, pero que en este caso se traducía en "minita que se pasaba demasiado tiempo delante del espejo, a la que no le gustaba la música que nos gustaba a nosotros y, por ende, tampoco Tabasco, y que prefería el punchi punchi". Esos eran suficientes motivos para que no tuviéramos dudas que lo mejor que le podía pasar al Negro era Soundgarden. Así que, cuando Mariano me dijo que Soundgarden era su hermana, y que no se llamaba Soundgarden sino Montserrat, no lo dudé un instante: la encaré ahí mismo. No, no para mí, obviamente. Para el Negro que, aleluya, ese día había ido sin Laura. Charlando con Montse, encima, me percaté que no solo había visto al Negro, sino que le tenía echado el ojo hace rato. Pero claro, el problema era que "estaba siempre con esa chica". Pensé que, el primer paso para deshacerse de "esa chica" era que de una vez por todas el Negro y Montse se dirigieran la palabra. Cual Cupido grunge, entonces, me acerqué al Negro y le tiré que la susodicha se llamaba Montse y que algo me hacía sospechar que no iba a tener drama en charlar con él. Dudó un poco el Negro, algún escrúpulo le hizo darse cuenta de que si daba ese paso, Laura sería historia en breve. Pero, tal como lo hace siempre en la cancha, encaró nomás.

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