Grunge IX: "Am I the only one who remembers that summer?"
La pregunta del título corresponde a una canción de Mad Season -no el disco de Matchbox 20, sino la banda de Layne Staley y Mike Mc Ready- y en mi caso personal la respuesta tendría que ser: sí. Es que la realidad es que yo era el único tipo de todas las personas que conocía, que estaba en Buenos Aires en enero de 1993. Veamos: mis amigos de siempre -Fede y compañía- se habían ido con sus novias a Pinamar, Dorian se había ido a Brasil, Ale a Villa Gesell, Agustina a La Paloma, incluso mi vieja y mis hermanos estaban en La Rioja. Y yo estaba con mi viejo, en Buenos Aires. Es que mis tiernos ingresos como mozo me habían servido para ahorrar la guita con la que había ido a ver a Nirvana y Guns 'N' Roses, y también para comprarme mi primer bandeja de CD, acompañada de una decena de discos (a ver, hasta donde me acuerdo: "Nevermind", "Badmotorfinger", "Ten", "Blood, Sugar, Sex, Magik", "Revolver", "Led Zeppelin IV", "Appetite for destruction", "Ritual de lo habitual", "The Doors" y "Achtung baby"). Pero de vacaciones ni hablar. Recordemos: el 1 a 1 estaba a full, con lo que debe haber sido uno de los dos o tres veranos en los que realmente no había absolutamente nadie en Buenos Aires. Parecía una ciudad fantasma. Todo cerraba a la noche, ni siquiera podías irte a algún lugar a tomar algo -no hablo de ir a bolichear-, para ver si de casualidad conocías a alguien. Para nada. Llegaba la noche y solo podías quedarte en tu casa mirando el techo.
O mirando videos, que era lo que yo hacía. Me había conseguido un par de alhajas, que veía una y otra vez. Una de ellas era "Live Facelift" de Alice In Chains. Blanco y negro, retrataba un recital en el Moore Theatre de Seattle, en vísperas de año nuevo y en medio de una bestial tormenta de nieve. Infernal, aunque todavía no estaba listo para caer rendido a los pies de Alice, eso vendría después. El otro era "Louder than Live" de Soundgarden. Blanco y negro también, con Jason Everman -ex Nirvana- en bajo, retrataba la gira de "Louder than love". Tengo que decirles que fue ahí, exactamente ahí, cuando me enamoré de Soundgarden. Bah... me enamoré... Me volví enfermo sería más justo decir. Con ese fanatismo hermoso que solo se puede tener a esa edad. De pronto, estaba ante mis ojos una banda como la que yo quería. Una voz a lo Zeppelin, un sonido a lo Black Sabbath, una actitud a lo Black Flag. Porque, queridos menores amigos, no imaginen al Chris Cornell pelicorto y producido de Audioslave, ni siquiera al Chris Cornell con más onda, de los dos últimos discos de Soundgarden. No. Esto era otra cosa. Chapas cubriéndole la jeta sin barba candado, en cuero, una bermuda de jean hecha jirones, la Gibson Les Paul colgada y una energía brillantemente retratada por el video. Una interacción total con el público. Pero cuando digo total, es un concepto real: no hay fronteras entre público y escenario. Ese video es una obra maestra y yo recuerdo que, cada vez que lo veía devotamente, todos los días, solo atinaba a pensar: "Así quiero que sea la banda. Así, exactamente". Es decir, hasta que conseguí ese video, a mí me gustaba Soundgarden, tanto como Nirvana y Alice In Chains (a Pearl Jam, al principio, no le daba bola). Después de ese video, pasé a amar a Soundgarden por sobre todas las otras bandas de Seattle. Y a esperar ansiosamente que los chicos volvieran a Buenos Aires para retomar los ensayos.
Claro, eso sí, la espera era laaaarga. Y los días pasaban lentos. Videos, revistas que hablaran de grunge -cosa que en realidad hacían todas las revistas en aquel entonces- y discos, eran mi único medio de subsistencia. Aprovechaba mi tiempo en una labor netamente investigativa: como estructuraban las canciones, como afinaban, quiénes habían sido las inspiraciones de cada uno -tengan en cuenta que mucho se sabía por acá de Nirvana, pero de los demás, poco y nada- y, por supuesto, interiorizarse de la leyenda de Mother Love Bone. Sí, sí, porque, por uno de esos milagros que a veces ocurrían, había conseguido el cassette de "Temple of the Dog" -el CD ni siquiera estaba por acá- y, además de flashear con él, había vislumbrado así la existencia de Mother Love Bone. Pero, recuerden, no había Internet, mucho menos MP3. Conseguir discos era una odisea -eso cambiaría alrededor de 1994-, uno tenía que rastrear por disquerías especializadas hasta encontrar lo que buscaba, o pedir que te lo trajeran de afuera. El momento en que, a través de una vidriera, uno veía, solitaria, la tapa del disco codiciado, era verdaderamente sublime. Uno se sentía parte de una secta: un acólito que, por haber sido inciado en los más secretos arcanos, era capaz de detenerse ante ese cuadrado precioso, que lo esperaba a uno repleto de promesas de gozo eterno, mientras el resto del mundo le pasaba por al lado, lleno de ignorancia. El sentimiento de pertenencia era único.
Las revelaciones le llegaban a uno en forma de revistas importadas. Recuerdo la sensación cuando uno veía las fotos de las bandas, las tapas de los discos... Todo parecía lejano, inaccesible, de otra época. Pero al mismo tiempo, estaba pasando en ese momento. Era una sensación excitante, tanto como ir hacia atrás a las raíces del grunge. Y así, a partir de Pearl Jam llegar a Mother Love Bone, a partir de Mudhoney conocer a Green River, de "Nevermind" llegar "Bleach"...
3 Comments:
Qué grossa época.
Yo no puedo decir lo mismo sobre mis descubrimientos musicales, soy hijo del siglo XXI. Toqué mis quince años en el 2000 y por entonces mis bandas favoritas eran Green Day y Cake. (A los verdes los conocí por motivos obvios -MTV, Basket Case, Dookie-, a Cake por algunos no tanto; recuerdo haber escuchado el soberbio cover de "I will survive" en El Rayo)
Y a partir de entonces, todo fueron recomendaciones y MP3. Cabe decir que no pude disfrutar de la paridad cambiaria al menos para llenarme de discos...
Pero qué grosso conocer así a las bandas. Encontrarlas es casi tan divertido como escucharlas más tarde. O recomendarselas a tus amigos...
8:01 PM
Yo nisiquiera tuve gustos decentes hasta los... 16? 17? Yo era No Doubt, Oasis (mi primer disco posta) y mucha radio... que asquete.
Pero sobrevivi. No como usted, don: que tiene el oido bien afinado desde hace tiempo, jaja (che pero en esa epoca no tenías 15 años tampoco, jaja)
7:20 PM
Deprímanse o alégrense, a su gusto. En esa época tenían... 6 años. ¡Mirá que me hacen sentir prehistórico, carajo!
6:11 AM
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