Con el orgullo intacto
Cuando, una vez consumada la derrota de Boca, empezaron a sonar petardos y bombas de estruendo cerca de casa, no sentí lo que hubiera sentido en otro momento. Lejos de la bronca, lo que me generó esa serie de sonidos fue vergüenza ajena por un lado, y un tremendo orgullo por el otro. Vergüenza ajena no porque alguien festeje la caída de un archirrival: esto es fútbol, y el folclore dicta el festejo ante el dolor del enemigo más odiado. Sí vergüenza ajena porque llegar al extremo de oblar dinero para pirotecnia celebrando un triunfo ajeno como propio, me parece una exhibición desmesurada de falta de amor propio. Y también vergüenza ajena porque sé positivamente que no solo los plumíferos de Núñez celebraron nuestra caída, sino también muchos, pero muchos hinchas de otros equipos, que se amuchan en una lamentable legión de "anti Boca". El súmun llegó con el gaste de un hincha de ¡Quilmes! a quien no tuve más remedio que pedirle que primero regrese a Primera. Después nos dicen soberbios, pero tammbién hay algunos a los que les gusta meter la cabeza en la boca del león...
La verdad es que el festejo plumífero es lógico y previsible, pero también me causa cierta pena. Digamos que después del episodio con las aves negras, en esta misma Copa, sumada a la seguidilla de eliminaciones, a cuál más lamentable, es como que el festejo debería ser tan inevitable como moderado. Pero no, hay un descarado derroche de caradursimo.
En el caso de los "anti Boca", qué decirles. La verdad es que siempre, pero siempre, -con la excepción de tu grato nombre, lógicamente- quiero que gane un equipo argentino, más aún si el rival es brasileño. Pero bueno, hay veces en que la envidia nubla la vista por completo.
Y ahí viene la segunda sensación. Es que todo esto no hace sino remitir a la remanida "Ladran Sancho...". Porque una vez más fue Boca el equipo argentino que llegó más lejos en la Copa, a pesar del enooorme listado de contratiempos que sufrió (lesiones de jugadores clave en momentos clave y suspensión de la cancha para instancias definitorias, por mencionar un par), porque digan lo que digan Boca es el mejor equipo de Argentina y de América de los últimos diez años, porque cambian los técnicos y los jugadores pero Boca ganó 16 títulos de 1998 para acá (más que algunos que ahora nos gastan ganaron en toda su historia), porque otros boconean pero lo miran por TV...
De hecho, la superioridad de Boca sobre los plumíferos de Núñez es tal que, no solo los fuerza a festejar únicamente títulos locales, sino que pueden hacerlo merced a la generosidad boquense. ¿Cómo es eso? Fácil. Basta repasar los títulos locales de ambos en el siglo que corre para darse cuenta que River solo obtuvo torneos Clausura y que esos torneos los obtuvo cuando Boca estaba jugando la Libertadores (2000, 2002, 2003, 2004 y seguramente 2008). Cuando Boca no jugó la Libertadores 2006, el torneo Clausura fue para el xeneize. De hecho, en general, y a pesar de estar peleando en ambos frentes, Boca logró al menos estar entre los tres primeros puestos en esos torneos. Los Apertura, cuando Boca no juega la Copa, son generalmente nuestros (2000, 2003, 2005). Me temo que no hace falta agregar mucho más a eso.
Pero, volviendo estrictamente al tema que nos ocupa, que es esta reciente eliminacón de la Copa, decía que fuera de la lógica tristeza por la ilusión extinguida, siento un gran orgullo por este equipo que, sin dudas fue el mejor del torneo. Y fue el mejor del torneo principalmente por su actitud, por la manera de plantarse en cada partido, por ser local en cualquier cancha. Eso habla de grandeza, habla de mística. Pero se sabe, esto es fútbol y el campeón no siempre es el mejor equipo. Esto que le ha cabido alguna vez a algunos Boca campeones, le cabe a aquel que gane la Copa en esta oportunidad.
De hecho, atendiendo a las razones estrictamente futbolísticas, creo que Boca se eliminó solo. Es que padeció dos defectos graves durante todo el torneo, que nunca pudo solucionar: nunca encontró el cerrojo atrás, y le falló demasiado la llave adelante. Durante todo el semestre, Boca padeció demasiado en defensa, incapaz de controlar el juego áereo rival, sufriendo cada pelota cruzada, pagando cada error con un gol en contra. Es cierto que Caranta no fue el Caranta del año pasado, se lo vio dubitativo, tierno para cortar los centros, incapaz de adueñarse del área chica. Es cierto que Cáceres arrancó muy flojo y que Maidana se manda al menos una cagada por partido. Todo eso es cierto. Tanto como que hay dos enormes atenuantes.
El primero es que se marcan estos problemas defensivos como responsabilidad de Ischia, se dice que el tipo no trabaja el tema. Pero esa aseveración soslaya un detalle fundamental: en casi todo el semestre, Ischia no pudo armar la misma defensa dos partidos seguidos. Y cualquiera que haya jugado al fútbol sabe que es indispensable una continuidad de nombres para poder lograr coordinación defensiva. Pero se lesionó Ibarra, se lesionó Cáceres, se lesionó Paletta y se lesionó Morel. Y así, un día jugaba Maidana de lateral y otro día de central, un día estaba Alvaro, otro Monzón, otro Roncaglia...
A eso hay que sumarle otro concepto estrictamente futbolero: la manta corta. Boca ataca y mucho. Como todo equipo que así lo hace -River es otro caso- es muy difícil mantener el equilibrio. Es casi imposible no quedar expuesto atrás, generándole espacios al rival. Es el precio que se paga a una actitud netamente ofensiva. Cuando Bianchi armaba equipos equilibrados, se lo tildaba de defensivo. El gataflorismo hace estragos.
El que sí es un tema es la falta de gol. Hace mucho, pero mucho tiempo que no veo un equipo de Boca que genere tantas situaciones de gol por partido. Boca tuvo mucho volumen de juego en la mayor parte de los partidos del año -más allá de los giles que no entienden nada y siguen con la aburrida cantinela de que jugamos para tirarle centros a Palermo-, armando buenos circuitos de toque con Román, Dátolo y Chávez, con variantes, llegando por afuera o triangulando. En general, Boca debería haber ganado muchos partidos por goleada (Fluminense, Cruzeiro, Atlas, Huracán, Olimpo, Arsenal, Independiente, entre otros) pero terminó empatando, ganando ajustadamente, o incluso perdiendo. Y eso se debió a la enorme cantidad de goles dilapidados, algunos de ellos de manera realmente increíble. Es ahí donde realmente veo un problema al que no le encuentro demasiada explicación, aunque me queda claro que lo pagamos carísimo...
Labels: Divagaciones futboleras
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