"¡Fornícame, dios del rock!"
El sábado podía pasar cualquier cosa, aunque yo esperaba lo peor. Tenía la entrada para, finalmente y luego de esperar ansiosamente durante más de 15 años, quedar cara a cara con quien para mí califica entre los tres mejores cantantes de la historia del rock y quien fue mi héroe personal durante los hermosos días del grunge. Pero claro, después de verlo en su etapa Audioslave, hiperproducido, tostado, con claritos en el pelo y musculosas ajustadas, mis temores eran grandes. Esa imagen de estrella de rock estaba demasiado lejos de mi imagen de héroe del rock -dos conceptos muy distintos- de bermudas rotosas, borcegos, el pelo larguísimo tapándole la cara y la Gibson colgando. Y mis temores aumentaban desde el costado más importante: el musical. ¿Haría la gran Corgan y tocaría solo cosas de sus discos solistas? ¿Haría un show versión crooner al que le metería un par de canciones -tranquis, eso sí- de Soundgarden en plan edulcorado? En mi fuero interno, tras años de seguir la carrera de este muchacho, declaraciones de principios incluidas, abrigaba una esperanza de que no fuera así. Pero temía ilusionarme. Así que fui con expectativas bajísimas, dispuesto a darme por hecho si escuchaba un "Black hole sun" y un "Fell on black days", y a contentarme con ver al tipo de cerca, y comprobar si en vivo canta todo lo que canta en disco.
A eso había que sumarle que hasta casi el mismo día del recital no contaba con acompañante alguno. Todos aquellos a los que otrora les gustara Soundgarden, hoy se reían y me anunciaban un show más semejante a Ricky Martin. Afortunadamente, mi hermano en el rock, Agustín decidió venir, a pesar de compartir mis inquietudes. Pero bueno, de última iríamos, nos reiríamos un poco como solemos hacerlo y la pasaríamos bien de todas maneras.
Llegamos temprano para conseguir entradas, cosa que resulto de lo más sencilla. No sobraba la convocatoria, así que conseguimos el ticket para Agustín sin necesidad de hacer cola. Adentro toda la maquinaria Personal estaba a full tratando de ponerle onda a un evento por demás extraño -meter en un mismo escenario a Spinetta, Happy Mondays y Cornell es por lo menos bizarro- a puro peluquín de colores y stand de boludeces. Así que tras recorrer un poco el lugar y tantear a algunos de los distintos artistas que se presentaba en escenarios diversos nos aprestamos a ver al Flaco.
El show arrancó a pura depresión, llevándonos a hacer la batería de chistes irónicos mezclados con crítica constructiva que nos caracterizan con Agustín. A ver: Almendra, Pescado Rabioso, Invisible... Todas gemas que convirtieron al Flaco en uno de mis héroes del rock vernáculo. Pero su carrera solista, en general, siempre me pareció MUY aburrida. Amo el jazz, y amo el rock, pero detesto la combinación de ambos. Me parece que es un híbrido que no satisface a nadie, con excepción de quienes lo están tocando. Y lo que teníamos en el escenario era esa música soporífera, con músicos sesionistas con la clásica actitud "mirá como pelo, soy re pro", sin transmitir emoción alguna, cero vibración. Lo que bajaba del escenario era un compendio de música sin alma, tocada sin pasión. Afortunadamente, la segunda mitad del show levantó un poco la puntería. Fue como si el Flaco hubiera advertido que no estaba tocando en un teatro para sus fans más acérrimos, sino en un festival en el que tenías amantes del pop, el dance y el reviente (Happy Mondays) por un lado, y adoradores del grunge y el metal (Chris Cornell) por otro. Y que la paciencia tiene un límite. Así que aparecieron un par de clásicos -esos por los que el Flaco muestra una inexplicable vergüenza- como "Starotza" de Pescado y una versión aggiornada de "Ana no duerme" de Almendra (con Dante y Valentino aportando viola y rap, respectivamente), además de esa linda gemita pop que es "Seguir viviendo sin tu amor". Así finalizó el Flaco.
Llegaba el turno de los Mondays. ¿Qué podría pasar con estos héroes del reviente madchesteriano? ¿Las desafinadas de Shaun Ryder superarían las de Ian Brown hace unos meses? ¿Y qué onda Bez, el bailarín oligofrénico? ¿Seguiría presente?
Las dudas se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos, cuando la banda arrancó lista para matar haciendo el hiperclásico "Kinky Afro", con Bez tan oligofrénico como hace 20 años, Shaun Ryder más afinado aunque más quieto y luciendo un mortal look Ubaldini de Manchester. Y por supuesto la indispensable presencia de Rowetta, bancando todo el show desde lo vocal. Shaun es un capo. Parado delante de la bata, cual si estuviera en la puerta de un pub de Manchester, gasesosa en una mano, chicle del Vasco Olarticoechea cosecha '86 en la boca, y la otra manito en el bolsillo, el tipo sostiene todo con esa actitud mínima, dejándole a Rowetta la parte pesada del cantar, y a Bez el entretenimiento. Y funciona. Especialmente porque las canciones son inoxidables. El beat inconfundible de Manchester que impulsa al baile hasta a un cementerio entero lo sostiene todo. Y así desfilaron hits al por mayor: la mencionada "Kinky Afro", "God's Cop", "Halleluya", "Loose fit" y "Step on" nos alegraron la noche, con esa cualidad que tan bien definió Agustín de "situarte en un tiempo y lugar determinados" (manchester, infes de lo '80, en este caso). Y esa es una de las características que más amo del rock. Si a eso le sumamos que los Mondays hicieron enojar a Fito Páez porque le tapaban su show (¡hacete de abajo, llórón!), la cosa no pudo ser más completa. Así, sorprendidos por un show infinitamente mejor de lo que imaginábamos, nos aprestamos a esperar a Cornell.
Apareció la banda, haciendo una intro y ya nos gustó que el arranque pintara rockero. Entonces entró él, y no lucía como la versión Audioslave. Cierto, no era la bestia grunge de "Louder than live" o "Motorvision", pero sí tenía el aspecto normal que se aprecia en las fotos. Lo que no fue normal fue el comienzo, porque cuando uno apenas esperaba lo que conté al principio, el animal abrió con "Drown me in you" y "Outshined" de Soundgarcen, seguido inmediatamente por "Show me how to live" (probablemente la canción que más me gusta de Audioslave). ¡Para qué! Con semejante comienzo me daba por hecho, pero nos esperaba más, mucho más. Cornell demostró que la tiene clara y que -a diferencia del pelotudo de Billy Corgan- era perfectamente consciente de que los que estábamos allí queríamos ver a Soundgarden y, si quedaba tiempo, a Audioslave. Entonces apenas tiró tres o cuatro temas solistas "Can't change me", más dos temas nuevos, más la canción del soundtrack de Bond. Punto. El resto fue glorioso. Porque sí, estuvo "Black Hole Sun", como era de esperar, pero de pronto apareció "Spoonman" y "4th of july", y para el delirio absoluto, dos gemas que nuestra imaginación más afiebrada no hubiera podido considerar seriamente dentro del play list: "Slaves and bulldozers" y "Rusty cage". A esa altura yo prometía que si tocaba "Jesus Christ Pose" podía dar por cerrada mi vida recitalera y no ir a ver a nadie más. También tocó cosas de Audioslave ("Cochise", "Like a stone", "Be yourself", que estuvieron superlativas. Pero entiéndanme: yo soy fan de este tipo por Soundgarden. Soundgarden es LA banda grunge que más amé. Y el tipo nos regaló esas siete canciones. Absolutamente en la gloria, con Agustín gritábamos pletóricos de histeria rockera aquella frase que apareciera en la película The Doors: "¡Fornícame dios del rock!". Y Cornell respondía con una voz que no tiene parangón, inconmensurable y descomunal voz. Respondía con eso, y anunciando que, como su amigo no había venido, íbamos a tener que ayudarlo nosotros a cantar la siguiente canción. ¿Cómo qué canción? El único dueto que tiene Cornell: "Hunger Strike" de Temple of the Dog. Al borde de las lágrimas de la emoción me convertí en uno más de los muchos Vedders que ahullábamos "I'm going hungry". Aunque a esa altura ya no lo estuviera. Todos mis apetitos rockeros habían sido saciados y cómo. "Espero que la próxima vez no me tome tanto tiempo en venir" se despidió. Amén.
Labels: Rock
3 Comments:
Con el diario del lunes, ¡sonaba tentador! Pero te juro que la insistente publicidad posmo que empapeló la ciudad desde hace tres meses terminó por generar el efecto contrario. ¡La próxima será...!
3:07 PM
Recuerdo cuando vi "24 Hour Party People" y descubrí quienes eran los Happy Mondays, pero yo no entendía quien corno era Bez. Hasta te mandé un mail preguntándote: "¿es verdad que la banda tenía un tipo que sólo bailaba en el escenario?". Así fue y hace 20 años que lo hace, un groso!!!
Una brillante crónica, como siempre!
;)
5:05 PM
Fede, lamento decirlo, pero usted debería haber estado allí. Aunque entiendo perfectamente a que te referís con la publicidad. De todas maneras no tengo dudas que la gente de Personal no tiene la más puta idea de a quiénes trae. ¡Y hay que aprovecharse de eso!
Santz, la verdad es que Bez debería entrar en algún libro de los récords como el miembro de unabanda con más nulo aporte musical a la misma.
¡Abrazo a ambos!
12:48 PM
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