Thursday, November 01, 2007

Cine para una isla desierta Vol 1

A pedido de mi amigo Santiago, acá va una lista de 101 películas que me llevaría a una isla desierta. Van en orden cronológico y poco y nada tiene acá que ver el mérito artístico. El tema es lo que me produjeron estas películas, por eso van a encontrar una mezcla un tanto... deforme. Largamos:

1- Nosferatu (1922)

La dirige: F.W. Murneau

Actúan: Max Schreck... el resto no importa.

Tuve la fortuna de ver "Nosferatu" una hermosa noche de tormenta, en cine y con música en vivo, en ocasión de un ciclo especial de cine mudo. Por supuesto que la mejor manera de valorar un clásico de esta talla es precisamente en esas condiciones. Pero no es indispensable, ya que "Nosferatu" se sostiene por sí sola. Claro, estamos hablando de una película del expresionismo alemán, de 1922, en blanco y negro, muda... Quien va a ver Nosferatu debe acomodarse a esos códigos y no pedirle a la película que se acomode a los códigos propios. Como uno no va a ver una película de Chaplin como va a ver una de Jim Carrey, no se puede ver "Nosferatu" esperando ver "Buffy la cazavampiros". Por suerte, porque la belleza de Nosferatu radica justamente en su caracter de CINE con mayúsculas: recursos técnicos escasos, recursos artísticos ilimitados. Uso de planos, luces, trabajo de tonalidades y la actuación memorable, la imagen única y portentosa de Max Schreck... Ver "Nosferatu" es como estar asistiendo a una historieta en vivo del maestro Alberto Breccia. No voy a contar la historia porque todos la conocen: se trata de un plagio del Drácula de Bram Stoker, cuya viuda armó un escándalo de proporciones en materia de derechos de autor, pidiendo incluso la destrucción del filme de Murnau. Pero el cineasta alemán no se limitó a cambiar los nombres de los protagonistas por nombres alemanes y la ciudad de Cardiff por la de Bremen. Además eliminó a un personaje central como Van Helsing y trasladó el peso de la lucha definitiva con el vampiro a una mujer: Ellen (Mina en la novela de Stoker), quien entablará un enigmático vínculo con el conde Orlok al que teminará, a su estoico modo, vampirizando. Pero la esencia es la misma y el conde Orlok se adueña de la escena de manera escalofriante, como ningún otro vampiro cinematográfico volvería a hacerlo. A punto tal que nació la leyenda de que Max Schreck era un vampiro real. Leyenda que buscó retratar la película "Shadow of the Vampire" (2000) con una actuación memorable de Willem Defoe. De hecho, que el nombre Max Schreck ("Máximo terror", en alemán) haya podido ser un seudónimo contribuye a tender un manto de misterio sobre el asunto. En fin, más allá de estas apostillas, lo que hace grandioso al filme es la conjugación de los climas sombríos característicos del expresionismo alemán, logrados mediante tomas desde abajo -la escena del barco, como bien señaló Fran en su comentario, es memorable- y el aprovechamiento de las sombras, con el logradísimo maquillaje de Schreck, quien lejos de ser un vampiro seductor es un ser repulsivo y aterrador, el más espantoso vampiro de la historia del cine. Y por supuesto, el blanco y negro juega un papel esencial a la hora de crear el clima fatídico del filme. En fin, no tengo más que elogios interminables para esta, la mejor película de vampiros de todos los tiempos.




2- El Acorazado Potempkin (1925)
La dirige: Sergei Einsestein
Actúan: Un compilado de amateurs

Esto es arte químicamente puro. Creada por el tipo que le enseñó una larga lista de lecciones al cine moderno, empezando por el montaje, el encuadre, el ritmo, la edición... para lo que le bastaron apenas siete películas, cada una de ellas una obra maestra. "El acorazado Potempkin" fue la segunda de ellas. Comisionado por el Soviet Supremo para hacer una película que conmemorara la Revolución de 1905, el bueno de Sergei se mandó nada menos que esto. La historia narra el motín de los marineros del barco de marras, obligados por sus superiores a comer carne podrida. La revuleta de los marinos dispara el levantamiento de los ciudadanos de Odessa, quienes son violentamente reprimidos por las fuerzas zaristas. La masacre de civiles a manos de los cosacos en las escaleras que dan al puerto de la ciudad, es el centro de la película, y una de las escenas más memorables de la historia del cine, además de una lección absolutamente magistral de montaje y edición cinematográficos. En tan solo cuatro minutos, que parecen angustiosamente más, gracias a las virtudes de Einsestein, el director logra una obra fundacional. Si a eso le sumamos la fantástica dirección de actores, teniendo en cuenta que se trataba de actores amateur, el logro adquiere proporciones de clásico. Que es justamente de lo que se trata "El acorazado Potempkin", la película muda más influyente de todos los tiempos.




3- Sin novedad en el frente occidental (1930)
La dirige: Lewis Milestone
Actúan: Lew Ayres, Louis Wolheim, John Wray
Este es uno de los más grandes clásicos del cine bélico… ¿o sería más exacto decir antibélico? Ya desde el vamos el filme es inusual, ya que es contado desde el lado alemán. En la I Guerra mundial, un grupo de jóvenes amigos, henchidos de patriotismo, viajan al frente occidental para descubrir el horror que no les había contado la propaganda nacionalista. La dirección de Milestone es notable, empezando por las escenas de combate, cámara en mano dentro de las trincheras, anticipando en setenta años al Soldado Ryan. Pero si la definición de clásico estuviera dictaminada por la cantidad de escenas indelebles que quedan grabadas en la memoria, "Sin novedad en el frente occidental" acapara un lugar de privilegio. La lista es larga, pero me quedo con la escena final, con esa mariposa fatua, cargada de la más atroz poesía: la de la muerte absurda.



4- Vampyr (1931)
La dirige: Carl Theodor Dreyer
Actúan: Varios desconocidos

Te proponen ver una película de 1931, en blanco y negro, originalmente filmada sin sonido, a la que luego se le sobregrabaron voces, de ritmo lento y tomas largas, y cuya edición actual fue reconstruida a partir de las diversas ediciones originales. Vos dirás, sin dudar demasiado, “no, gracias, paso”. Si a vos, gran fan de las películas de terror, te proponen ver uno de los filmes más sobrecogedores de todos los tiempos, y te garantizan que las imágenes que vas a ver te perturbarán, dejándote una incómoda sensación de aterradora irrealidad, seguramente dirás: “sí, por favor, donde hay que firmar”. Pues bien, “Vampyr" reúne todas las características enumeradas y, sin lugar a dudas, constituye una obra maestra, muy a pesar de aquellos aspectos negativos, que en realidad poco y nada tienen que ver con el filme en sí. Carl Theodor Dreyer construyó su película basándose muy libremente en “Carmilla”, el estremecedor relato de John Sheridan Le Fanu, sobre una señorita de colmillos, aficionada a consumir sangre ajena. Sin embargo, fiel a su estilo, Dreyer no le dio demasiada importancia al argumento, que es más bien sencillo: un occidental llega a una vieja mansión de Europa oriental, transformada en posada; allí se encuentra con una serie de muertes extrañas que pronto revelarán una causa siniestra. Punto. Afortunadamente, Dreyer no se deja atrapar por las convenciones del género, no busca generar un suspenso progresivo, ni pegarnos sustos ocasionales, ni llevarnos a un final previsible, con estacas atravesando corazones. Lo que Dreyer logra es transformar el terror en algo latente, percusivo, que se desprende del clima de la película y de todo lo que sugiere ese espacio sobrenatural creado por el director. Dreyer da vida a un universo onírico, surrealista, en el que ni el espectador ni el protagonista encuentran bases lógicas a las que aferrarse. Y a partir de la fragilidad que genera la fragmentación de lo real, construye el terror, un terror en el que el miedo se hace sustancia palpable, un terror que cobra vida propia y actúa casi como una entidad con sentido propio. La mansión es un espacio no social, en el que los hechos más atroces se producen como algo natural, cotidiano, y en el que figuras espectrales se mueven como ensoñaciones. La iluminación, saturada de blancos y grises, determina esa percepción de pesadilla. Y el único ser que está claramente enmarcado, disminuido por el contraste con la irrealidad que lo rodea, es el protagonista, que camina –o sería mejor decir, deambula- hacia su terrible destino sin comprender jamás lo que le está ocurriendo.




5- El Halcón Maltés (1941)
La dirige: John Huston
Actúa: Humphrey Bogart
Esta es nada más y nada menos que la primera película que dirigió John Huston, y el papel que lanzó a Humphrey Bogart al estrellato. El gran Bogie se metió hasta la médula en la piel de Sam Spade, el clásico detective noir de Dashiell Hamett. Su Spade es magistral, y es lo que vale la película: duro, cínico, sagaz, street wise, ausente de toda ética, disparando frases más peligrosas que balas, y preocupado por una sola persona: él mismo. Ese es el Spade de Hamett, que Bogart vuelve carne a nivel superlativo. La trama narra la búsqueda del Halcón de marras, una estatuilla por la que todo el mundo está dispuesto a traicionar y a la que se llega surcando una camino pavimentado con cadáveres. Pero es lo de menos, lo importante, la clave, es Bogart. Él mismo parece definirse cuando repite: "You are good, you are very good".


6- Los siete samurai (1954)
La dirige: Akira Kurosawa
Actuán: Toshiro Mifune, Takashi Shimura, Isao Kimura, Seiji Miyaguchi

Los campesinos de un pueblito están hartos de sufrir los constantes abusos de una hora de bandidos. Uno delos ancianos del pueblo propone contratar a un grupo de samurais para que los defienda. Pero la empresa no es sencilla, porque ningún samurai parece dispuesto a arriesgar el pellejo si la paga es apenas un plato de comida. Ninguno, salvo el maestro Kanbei, y sus seis compañeros.
Tremenda película de Kurosawa. Esencialmente, a través de los samurai del título, Kurosawa plantea cómo sostener determinados valores cuando el sistema tradicional en el que se enmarcan está derrumbándose. Para ello, hizo una película a la altura, la obra maestra de su carrera, y una de las mejores de todos los tiempos. Utilizando la figura del samurai -símbolo de caballerosidad, nobleza, virtud- en tiempos de crisis, Kurosawa borra la maniquea línea que divide el bien del mal, poniendo las cosas en un plano de grises en el que tal vez solo se pueda optar por gradaciones de maldad. Y, a la manera de Dostoievski en El Idiota, Kurosawa pone los valores de los samurai en un contexto de decadencia que puden vovlerlos ridículos, no solo para el espectador, sino para los propios protagonistas, quienes deben defender esos valores.

Aclaración pertinente: Las escenas de batalla son probablemente las mejor filmadas y editadas de todos los tiempos.




7- Casta de Malditos (1956)

La dirige: Stanley Kubrick

Actúan: Sterling Hayden, Coleen Gray, Elisha Cook Jr., Marie Windsor

Aunque había hecho un par cositas antes, esta se puede decir que es la primera película del maestro Kubrick. El nombre original del filme es "The Killing", algo así como la matanza, lo cual tiene más que ver con lo que termina ocurriendo. La historia de corte policial,podría tranquilamente inscribirse en el filme noir, por lo crudo del tratamiento y por la sordidez de muchos de los personajes, tanto como por el uso de los blancos y negros. Y más que de malditos, la casta a la que refiere la traducción española, debería ser de perdedores. Un conjunto de ellos, son reunidos por Johnny Clay, un ex convicto, para llevar a cabo el último gran atraco, aquel con el que todos podrán retirarse a vivir una vida relajada. El plan es perfecto y les permitirá quedarse con la jugosa recaudación del hipódromo de la ciudad. Por supuesto, ya lo dijo Tusam, "puede fallar", y cuando eso ocurre, empieza a correr la sangre.

Los logros de Kubrick son varios, empezando por hacer semejante película con tan bajo presupuesto. Otro de ellos es la excelencia de los personajes, su patetismo atroz, que lleva a empatizar con ellos y a querer que el plan funcione, que se les de, aunque desde el momento en que uno ve la mirada del personaje de Elisha Cook, sabe que eso es imposible que ocurra. Y el otro gran punto es la manera en que Kubrick construyó el rompecabezas, saltando en el tiempo y el espacio, para desmenuzar a sus personajes, combinando una historia no lineal con una narración en off que la unifica. En "The killing", el groso de Kubrick produjo el quiebre estilístico que se convertiría en el sello personal de su obra futura.



8- El séptimo sello (1957)
La dirige: Ingmar Bergman
Actúan: Max von Sydow, Bibi Andersson, Bengt Ekerot, Anders Ek

"¿Quién cuidará a esa pobre criatura? ¿Dios, el Diablo, la Nada? La Nada quizás?"

Antonious Block es un caballero que regresa de las cruzadas a una Europa devastada por la peste, acompañado por su escudero Jöns. Derrotado y desencantado de la vida, Block ha llegado a la conclusión de que Dios no existe, algo que cree comprobar a medida que recorre las tierras yermas y se encuentra con seres enloquecidos por el terror a la muerte, a pesar de la miseria que es sustancia de sus vidas. En una escena memorable, Antonious Block se encuentra con una figura oscura y longilínea, que no es otra que la misma Muerte. Incapaz de aceptar que su hora ha llegado -y que la muerte pueda existir si Dios no existe- Block desafía a la Muerte a una partida de ajedrez: si él gana, salvará su vida y, si pierde, la Parca será dueña de su alma. A medida que la partida avance, Block y la Muerte se enfrascarán en una conversación sobre la existencia o no de Dios. Y, las personas y situaciones que Block encontrará en su camino (una bruja que le leerá su destino, un grupo de gente enloquecida por la peste, una procesión de flagelantes, una compañía de comediantes y bufones) irán forjando sus conclusiones, cuyos contrastes con el pensamiento aparentemente sencillo de Jöns son de antología. No continúo con el argumento, ustedes deberán verla. Pero les garantizo que quien lo haga disfrutará de una verdadera maravilla. Partiendo del blanco y negro en el que está filmada, Bergman crea un universo en sí, repleto de imágenes de una potencia memorable (la procesión de flagelantes es un maravilloso ejemplo) que, en conjunto con un guión magistral y unos personajes excepcionales, nos invitan a plantearnos dos temas tan universales para la humanidad como son la muerte -y su naturaleza- y la existencia (o no) de Dios. "El Séptimo Sello" es una obra maestra del cine, uno de esos pocos filmes que te quitan el aliento visual y temáticamente. Fue filmada en 38 días, con un presupuesto casi inexistente, lo que deja claro que para hacer obras de arte lo importante es el talento y las ideas, algo en lo que Bergman era millonario.



9- Cuando huye el día (1957)
La dirige: Ingmar Bergman
Actúan: Victor Sjostrom, Bibi Andersson, Ingrid Thulin

"Cuando huye el día" o "Frutillas salvajes", depende de la traducción, es una película excelente, bellísima, probablemente una de las máximas obras maestras del cine europeo. El profesor Isak Borg es un prestigioso médico que se acerca a los 80 años de edad y es invitado por su universidad para ser premiado por su trayectoria. Borg, un "tipo solitario, alejado de toda vida social porque se ha dado cuenta de que la gente solo vive para criticar", se considera también a sí mismo como "un viejo pedante y engreído". La noche previa a su partida, tiene un sueño tan extraño como perturbador (no voy a contarles el sueño, solo les digo que es una de las escenas más potentes que yo haya visto en cine). Al día siguiente, Borg parte en auto, acompañado por su nuera, que sopresivamente se ofrece a ir con él. Durante el viaje Borg recorrerá algunos de los lugares que marcaron su vida y tendrá otros sueños. Además, su nuera le revelará aspectos de la manera de ser de su hijo -y de él mismo- que Borg prefería no ver. También conocerá a una muchacha que le recordará poderosamente a su gran amor de la adolescencia. Esa muchacha le dirá en un momento del filme que Borg es admirable, que debe ser una de esas personas que lo sabe todo, por haber vivido tanto. Pero Borg descubrirá otra cosa muy distinta cuando repase su existencia. Creo que todos, en diversos momentos de nuestras vidas, nos hacemos replanteos sobre qué hemos hecho de ellas, de cómo habíamos imaginado que sería y cómo terminó siendo finalmente nuestra existencia. Más aún cuando más cerca del fin se está. Eso es lo que Borg hace, aunque lo hace de manera casual, ya que él había preferido encerrarse sobre sí mismo. Básicamente de eso trata la película, de un viaje de autodescubrimiento existencial. Lo más fascinante -además de la manera en que está filmada, de ciertas imágenes de un vigor indeleble, de otros espacios en los que Bergman deja lugar a la ternura para que no nos ahogue el peso del enfoque filosófico de varios de los protagonistas- es que ésta fue probablemente la primera película en su género. "Cuando huye el día" fue tal vez el primer filme que llevó a cabo un análisis psicológico del personaje central, al mejor estilo dostoievskiano, inaugurando un género. La soledad, el paso del tiempo y la certeza de nuestra mortalidad son los temas con los que juega Bergman en este filme. Y si bien el método de deconstrucción psicológica del personaje se inspira claramente en Dostoievski, la abstracción y los simbolismos que utiliza Bergman -sobre tdo en los sueños- le deben todo a Kafka. Pero claro, esto es cine, y uno de los enormes méritos de Bergman en el plano cinematográfico tiene que ver con el uso de la luz y la oscuridad para reflejar los vericuetos espirituales de Borg, en su paso de la ignorancia y el aislamiento al descubrimiento y al encuentro de la paz consigo mismo. Pues bien, Bergman logra transmitir conceptos tan profundos con imagenes de una belleza extraordinaria. En fin, se trata de una película repleta de metáforas tanto visuales como dialogales, con un contenido filosófico realmente profundo y que quizás no sea apta para cualquiera, o para quien no esté con la predisposición de ánimo para este tipo de películas. Eso sí, el que quiera ver CINE (así con mayúsculas) no debería dejar de ver esta película... antes de que huya el día.


10- La patrulla infernal (1957)
La dirige: Stanley Kubrick
Actúa: Kirk Douglas, nada menos

Esta película se llama en realidad "Paths of Glory", lo que vendría a ser "Senderos de Gloria", cualquier semejanza con "La patrulla infernal" queda librada a imaginaciones afiebradas. Uno lee ese título y se imagina un producto hollywoodense al mejor estilo "Combate". Pero muy lejos de eso, mis amigos, ya que estamos hablando de Stanley Kubrick y, en consecuencia, ese nombre es garantía de un filme estupendo. De hecho, estamos hablando de la película que lo hizo reconocido internacionalmente. Y bien merecido lo tuvo. "Paths of Glory" es un contundente alegato anti bélico que focaliza en el absurdo total de la guerra y, sobre todo, de los conceptos de autoridad incuestionable que rigen la vida militar. Es un filme, además, que escarba en la miseria humana, que en la guerra suele quedar expuesta en carne viva: el miedo, la cobardía, la vanidad, la soberbia, el egoísmo... Todo ello brillantemente desarrollado en un exquisito blanco y negro, llevado de la mano maestra de Kubrick en una película que tanto por su ritmo como por el trabajo de cámara -y ni que hablar de su temática- parece filmada el año pasado. Ambientada en septiembre de 1916, plena Primera Guerra Mundial, "Paths of Glory" narra el ataque fallido del regimiento francés 701 a una plaza fuerte alemana denominada "El Hormiguero"... y sus consecuencias. Justamente estas son las que hacen a la sustancia del filme, cuando el general a cargo del operativo trata de deslindar responsabilidades del previsible fracaso echándole la culpa a la supuesta cobardía de sus hombres. La decisión de un alto mando completamente desligado de sus hombres es elegir tres soldados al azar y someterlos a una corte marcial por cobardía. El fusilamiento de los tres infelices mantendrá el buen nombre y honor del general a salvo, y servirá de ejemplo para sus compañeros. El coronel Dax (Kirk Douglas), quien sí estuvo en el campo de batalla y sabe tanto del valor de sus hombres como de la estupidez de sus superiores , tomará el rol de abogado defensor de los tres condenados en el juicio. Es una obra de arte, conmovedora y tremendamente cruda a la vez.



11- Los cuatrocientos golpes (1959)
La dirige: Francois Truffaut
Actúan: Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble

Cuando hablamos de Woody Allen nos centramos no tanto en la manera de filmar como en el contenido de sus historias y guiones. Cuando hablamos de Francois Truffaut y particularmente de esta película, la manera en que está filmada se vuelve esencial. Recordemos que Truffaut había sido crítico de cine antes de comenzar a dirigir, por eso sabía tan claramente lo que quería de sus películas: "Hacer filmes como los que me hubiera gustado ver en mi juventud", según sus propias palabras. En "Los 400 golpes", su primer largometraje, Truffaut se implicó tanto con esa idea que, de hecho, la historia es casi autobiográfica. Antoine Doinel es un preadolescente que no encaja ni en su casa ni en el colegio, por eso se escapa de ambos lugares constantemente, hasta que decide hacerlo de manera definitiva. Por supuesto que no voy a adelantar nada más del argumento, preferible es que vayan, vean y disfruten. Truffaut introdujo varios recursos para dar inmediatez y frescura a la historia: cámara en movimiento con tomas extensas, locaciones reales con sonido real -París en blanco y negro: una exquisitez-, el aprovechamiento de los espacios y los tiempos en función del clima y el final que no voy a relatar acá pero que se convirtió en un clásico del cine, imitado más tarde por muchísimos directores. El gran mérito de Truffaut es, sin dudas, el realismo, lo natural de su manera de filmar, con lo que logra una total identificación con Antoine y su historia. Y también la manera en que retrata la niñez, expresada en los indoblegables valores de Antoine, que prevalecen en un mundo que parece diseñado para aplastarlo. Para quienes critican el cine francés y lo consideran lento y aburrido, este clásico es una inmejorable manera de comprobar cuán errado se puede estar a veces en la vida y todo lo que uno se pierde por eso.




12- Psicosis (1960)
La dirige: Alfred Hitchcock
Actúan: Anthony Perkins, Janet Leigh, Vera Miles

Creo que pocas escenas de la historia del cine han quedado tan grabadas en el inconsciente colectivo como aquella de la chica en la ducha, el cuchillo subiendo y bajando mientras suena la musiquita ("¡¡¡cui, cui, cui!") y la sangre yéndose en remolinos por el agujero de la bañadera. Pues bien, esa chica se llama Marion Crane y se ha birlado 40.000 dólares que su jefe le dio para que deposite en el banco. Con ese grueso fajo de verdes en el bolsillo se ha lanzado a la ruta, sin un destino claro pero con muchas gratas ideas y sueños dándole vueltas por la cabeza. Claro, horas y horas de manejar por una ruta desierta y haber robado una suma como esa, disparan cierta paranoia en cualquiera que no sea un ladrón profesional. Marion no es la excepción. Por eso, agotada, decide parar en el primer hotelucho que encuentre en el camino. Lástima que el primero que se le aparece es el Bates Hotel. Y el solitario y perturbador dueño-conserje-empleado no es otro que Norman Bates, a esta altura el villano más clásico del cine, genialmente interpretado por Anthony Perkins. A partir de allí, Hitchcock irá taladrándonos los nervios con progresivas dósis de tensión, hasta que esta se vuelva insostenible, nos legará imágenes como la descripta de la ducha (que no es la única, por supuesto) y nos enseñará como se hace esto del suspenso con una película que con los teóricos handicaps de sus 40 años a cuestas, su hiperexposición y su blanco y negro, sigue siendo insuperable en su género.
"Psicosis" fue genial en su tiempo (y se mantiene intocable) gracias a la cantidad de elementos innovadores que Hitchcock introdujo, tanto desde el uso deliberado de determinados planos que le permiten manejar el ritmo de maneras que nunca se habían visto hasta entonces (nuevamente la escena de la ducha es paradigmática), hasta la manera en que introduce en la psiquis de Norman Bates, escarbando en la mente desquiciada de un asesino. Nade había hecho este tipo de cosas, Hitchcock lo hizo en 1960... y si bien muchos lo imitaron, hasta ahora nadie lo pudo igualar.



13- Los Pájaros (1963)
La dirige: Alfred Hitchcock
Actúan: Rod Taylor, Jessica Tandy, Suzanne Pleshette, Tippi Hedren

¿Puede ser aterrador un simpático jilguerito o un tierno canario? Sí, si pretenden arrancarte los ojos con sus dulces piquitos. Y para que eso ocurra detrás de cámaras tiene que estar el no tan bueno de Alfred. Pocas películas me aterraron más de chico que esta macabra adaptación de un libro de Daphne Du Maurie. Empieza con un triángulo amoroso, de gente común y corriente en el que de pronto -como estila Hitchcock y lo imitaría Stephen King más tarde- se introduce un elemento tan irreal como inexplicable. Es esa incapacidad de explicar el porqué de lo que está pasando -que todos los pájaros de Bodega Bay se hayan vuelto completamente locos , convirtiéndose en psicóticos asesinos- lo que mantiene el pulso del filme, un pulso febrilmente aterrador. Y hay más, porque está lo que Hitchcock sugiere, sin decirlo jamás de manera explícita, y es que la locura de los pájaros es una suerte de castigo divino, por el comportamiento de los protagonistas. Este toque místico-psicológico, no hace sino acentuar la perturbadora sensación que en todo momento transmite el filme. Si a eso le sumamos la particular banda de sonido (?), que no consiste en música, sino en sonidos de pájaros dispuestos como si se trataran de música, más los -para ese entonces- sorprendentes efectos especiales, y el crudo realismo de las escenas, tenemos un concierto de macabro horror, en la que quizás fue la última opus magnum del gran maestro del género.




14- Doctor Zhivago (1965)
La dirige: David Lean
Actúan: Omar Shariff, Sir Alec Guiness, Julie Christie, Geraldine Chaplin.

Ante todo: amo Rusia. Y eso se debe a su literatura. Pues bien, Doctor Zhivago se desenvuelve -nunca más ajustada la palabra- como las grandes novelas rusas, a la manera de un Dostoievsky o un Tolstoi. Doctor Zhivago se trata del tortuoso y prohibido romance entre el doctor de marras, Yuri, y la bella Lara (Julie Christie), en el marco del antes, el durante y el después de la Revolución Bolchevique. Por supuesto, como toda novela rusa que se precie, todo se centrará en los personajes, en sus dilemas éticos, en sus pasiones desenfrenadas, en sus avatares existenciales. Y, también como corresponde al cánon, la van a pasar mal, y la van a terminar peor, perseguidos por un sino trágico inexorable. Si a eso le sumamos una fotografía descomunal, una reproducción de época magistral, y actuaciones un tanto ancladas en el tiempo en algunos casos, pero de primerísimo nivel en su mayoría, tenemos un pedazo de película épico romántica que -perdonen los puristas- prefiero toda la vida a "Lo que el viento se llevó", aunque sea porque me caen mejor los rusos que los yanquis...




15- La batalla de Argelia (1966)
La dirige: Gillo Pontecorvo
Actúa: Jean Martin, Tomasso Neri, Brahim Haggiag

Con cuarenta años de antigüedad, “La Batalla de Argelia” sigue tan o más vigente que el día de sus debut en el Festival de Venecia, cuando se llevó el premio a “Mejor Película” y se convirtió en uno de los íconos más influyentes del cine bélico-político. El filme se sitúa en 1957 y, a partir de allí, hace un flashback, narrando la manera en que Alí, un joven argelino, pasa de ladrón callejero a líder revolucionario del Frente de Liberación Nacional (FLN), en la guerra por la independencia de Argelia. La película registra los esfuerzos de las fuerzas francesas por controlar a los insurgentes argelinos antes de que se produzca un levantamiento a nivel nacional. Por supuesto, esos esfuerzos resultaron infructuosos, y Argelia se independizó de Francia en 1962. Pero eso es Historia, en lo que respecta al cine, “La Batalla de Argelia” es una película emblemática, y por varias razones. La primera de ellas tiene que ver con la dirección de Gillo Pontecorvo, quien la dotó de una feroz verosimilitud. La sorprendente crudeza y realismo con la que está filmada, borra los límites en el documental y la ficción. Se trata de del más genuino neorrealismo italiano –chequear “Roma, ciudad abierta” de Roberto Rossellini y “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica- llevado a su expresión extrema. A pesar de que la película fue hecha por encargo del gobierno argelino, Pontercorvo no buscó aquí congraciarse con nadie. La guerra, al fin de cuentas, es un asunto sucio, que termina desgarrando a todos los que participan de ella. Es el tratamiento de la violencia como método en el marco de la lucha por la liberación nacional, otro de los aspectos que hacen a la excelencia de la película, tanto como a su valor histórico. Francia desea mantener su poder colonial en Argelia, ese es su objetivo, y para lograrlo debe descabezar al FLN. Cualquier medio es válido para lograrlo, incluso la tortura. La postura francesa queda brillantemente retratada por el coronel Mathieu (Jean Martin): para él, si Francia desea conservar Argelia, debe “atenerse a las consecuencias”, tiene claro que “sucumbir a consideraciones humanistas lleva irremediablemente al caos”. Por su parte, los miembros del FLN no tienen más opción que el atentado, única manera de crear una situación de inseguridad, forzando a los franceses a retirarse. Una película que, en tiempos de guerras “contra el terror” y colonialismos encubiertos no hace más que revalidar sus pergaminos. Cualquier semejanza con lo que está ocurriendo en Irak, no es pura coincidencia…



16- Bonnie and Clyde (1967)
La dirige: Arthur Penn
Actúan: Warren Beatty, Faye Dunaway

Abrieron una puerta, y de las grandes. Hasta ese momento los gangsters en Hollywood eran seres que caminaban al margen de la ley y que debían ser puestos en vereda sin importar razones ni formas. Estaban fuera de la confortable frontera de la sociedad y atentaban contra ella, y esos eran motivos más que suficientes para que se impusiera sacarlos de circulación. Y para eso estaban los representantes de la ley –policías, sheriffs, agentes del FBI-, verdaderos paladines de la pantalla. Pero entonces, un día de 1967, llegaron ellos, y todo cambió. De pronto, el espectador se daba con que podía ver más allá de las armas humeantes y la ferocidad asesina, para encontrarse con tipos de carne y hueso, con razones y sentimientos concretos. Y lo peor –o lo mejor- del asunto era que esas razones y sentimientos se parecían demasiado a los de los espectadores. Al fin de cuentas, ¿cuántas veces nos hemos sentido hastiados de una vida vaciada de sentido y sin un futuro discernible? ¿Cuántas veces hemos esperado ese golpe de azar que nos permitiera recomenzar de vuelta para hacerlas cosas a nuestra manera, riéndonos de cualquier límite? Y ni hablar si esa manera es a lo grande y viene de la mano de un amor a lo Romeo y Julieta. O a lo Bonnie and Clyde, que no es menos. Estrenada en 1967, “Bonnie and Clyde” fue la indiscutible obra maestra de Arthur Penn (“Pequeño gran hombre”, “Secreto oculto en el mar”), afecto a dirigir filmes que estuvieran muy lejos de la corrección política. Penn invirtió los papeles tradicionales en “Bonnie and Clyde”, los gangsters pasaron a ser cuasi héroes, personajes románticos con los que el público no podía sino empatizar, más allá de que se diera cuenta de que robar bancos y asesinar gente no son precisamente conductas como para aplaudir. Sin embargo, Penn logró justificar el accionar de sus personajes, dándoles visos de Robin Hoods modernos, y así abrió el juego para que, en adelante, el tratamiento de los gangsters –y de los criminales, en general- en Hollywood tuviera no solo variedad de enfoques, sino también profundidad. Se puede decir que, a partir de “Bonnie and Clyde”, las películas de gangsters se hicieron realmente interesantes, además de muy redituables comercial y artísticamente. Con un Warren Beatty impecable y una Faye Dunaway cuyo legado llegaría hasta “Thelma y Louise” y “Asesinos por Naturaleza”, con un nivel de violencia inédito hasta ese entonces, elogiada y critica por partes iguales, nominada a 10 Oscars, “Bonnie and Clyde” abrió una puerta, tan grande que ya no pudo volver a cerrarse.



17- Donde las águilas se atreven (1968)
La dirige: Brian Hutton
Actúan: Richard Burton, Clint Eastwood

No puede faltar uno de mis clásicos preferidos de los muchos que pasaron por Sábados de Súper Acción -un programa que daban en la prehistoria y que consistía en tres películas pulenta, una detrás dela otra, para pasar el sábado a la tarde-, clásico que se ve también era de los favortios de los miembros de Iron Maiden. Pero bueno, vamos a la cosa. El asunto no tiene demasiadas vueltas tratándose de una adaptación de uno de los tantos best sellers de Allistair MacLean: acción, acción, más acción, y una aventura inteligente, con vuelta de tuerca. En este caso se trata de un comando aliado que se infiltra en una inexpugnable fortaleza nazi, en medio de los Alpes. La misión es rescatar a un general norteamericano, prisionero de los alemanes, antes de que revele información fundamental de los aliados. Por supuesto que con eso tenemos garantizadas toneladas de tiros, corridas, persecuciones -una en teleférico es mortal- e intrigas. Pero además, hay una sorpresita esperando a los protagonistas, que le dará un giro inesperado a la trama y enriquecerá una película que de por sí, tan solo como filme de acción, es excelente.




18- El bebe de Rosemary (1968)
La dirige: Roman Polanski
Actúan: Maurice Evans, Ruth Gordon, Mia Farrow, Jeff Daniels, Danny Aiello, Ralph Bellamy, John Cassavetes

Para esta película, tomé prestado parte del comentario que hizo mi amigo Leggiere para Livra.com, por el sencillo hecho de que está magistralmente escrito y contiene todas -y más- las ideas que podría expresar sobre la película. Ahí les va:

"Hay que notar la disposición del director para hacer que toda la trama se desarrolle y sea posible únicamente en el edificio Dakota. Cuando los personajes salen del lugar, las tomas están hechas con cámara en mano, sumamente nerviosas, acusadoras, agresivas. Como si todo afuera de la Negra Bramford fuera peligroso, cuando en verdad ocurría lo contrario. El único lugar casi normal era el estudio de los médicos Abe Sapirstein y Hill, seguidores del mismo culto. La trama empieza con la llegada de Rosemery (Mia Farrow) y Guy Woodhouse (John Cassavetes) al departamento del edificio Bramford, el mismo que se convierte en protagonista de la historia. Oscuro, de techo altos, el lugar había sido la guarida de una pareja de ancianos caníbales y asesinos de niños. Rosemary nota al instante que lo fúnebre se apodera de su sangre y se apura a pintar el edificio de blanco, como un exorcismo anticipado. Esa misma noche sueña (¿o no sueña?) con cánticos y pactos secretos, en una secuencia de alucinación por LSD que luce algo fallida. Una de sus primeras salidas al edificio la hace toparse con la única vecina aparentemente normal, quien aparecerá muerta al poco tiempo. Los otros vecinos, los únicos en realidad, son dos ancianos casados y sin hijos, Roman y Minnie Castevet (Ruth Gordon y Sidney Blackmer), pareja algo chirriante, chismosos y dueños de un apartamento lóbrego en donde tienen un vivero con extrañas plantas. Precisamente, en la primera visita de Rosemary le obsequiarán un collar con una extraña raíz, que acaba siendo el infernal tanaceto. Muy pronto, Rosemary empezará a sufrir los rigores del embarazo y los ancianos Castevet le darán un extraño brebaje que aparentemente son vitaminas. Guy, un actor sin talento, empezará a ser beneficiado por golpes de suerte y su inicial desprecio por la pareja vecina se transformará en una devoción inexplicable. Aquí empieza realmente la película. A cada minuto, Rosemary sentirá que el mundo se aleja de sus manos y que un poder sobrenatural la mantiene unida al edificio, cada vez más sola, más triste y más demacrada. Su semblante cambia, las ojeras se marcan en su rostro, hasta su confidente Hutch (Maurice Evans) muere en circunstancias increíbles, no sin antes dejarle como herencia un libro de brujería en donde aparecen las más antiguas referencias a la iglesia de satán y a los antepasados de los Castevet. Rosemary poco a poco se va convirtiendo en un conejillo de indias. El cuidado de su embarazo es puesto en manos de Abe Sepirstein, médico afamado y adorador de la secta. Sus decisiones serán cada vez menos suyas y la desesperación la llevará a buscar ayuda foránea. Aquí es imprescindible la destreza de Polanski para hacer que el campo de acción de Rosemary se reduzca cada vez más. No tiene una familia conocida, se queda sin amigos y la calle es un peligro más. Mientras esto ocurre, las tomas empiezan a cerrarse y el maquillaje presenta a Farrow con un semblante fantasmal y un look que más tarde adoptarían las top model de los 70's. El terror de la cinta llega a su clímax cuando a Rosemary se le cierren todas las puertas. Pero lo más extraordinario es que para Polanski no es necesario hacer explícito el objeto del temor de la protagonista, sino que la misma trama arrastra al espectador a forzar su propia interpretación del demonio. Tal como ocurre en la realidad: el mal no es objetivo, no tiene rostro, es diferente en cada caso. Trasciende lo sobrenatural para encontrar el miedo cerval en las cosas más simples. Es por eso que el "satanismo" de "El bebé de Rosemary" no pierde piso con los años, tal como sí ocurre con otros filmes más demostrativos. En lo que sí pierde es en la estética sesentera y en cierto humor demasiado forzado, como la inclusión del japonés satánico con cámara fotográfica para cada momento. Una escena clásica: cuando Rosemary detiene la cuna pendulante con la punta del cuchillo. "El bebé de Rosemary" marcó un hito en la historia del cine, y la saga de cintas sobre el tema del satanismo encontró un nuevo impulso, el mismo que llegaría a sus picos comerciales con "El exorcista" y "La profecía", con sus secuelas. Completa el círculo la brillante partitura de Cristopher Komeda, la canción de cuna más aterradora que recuerde".





19- 2001 Odisea del espacio (1968)
La dirige: Stanley Kubrick
Actúan: William Silvester, Keir Dullea, Frank Poole y Hal, por supuesto.

Como podrán apareciar a esta altura, Kubrick es uno de mis directores favoritos. Estas son las primeras veinticinco de la lista y ya figuran cuatro películas de él. ¡Y van a haber más! Lo cual tiene una lógica incontestable si consideramos que de los 12 o 13 filmes que hizo el tipo en su vida, al menos 10 son obras maestras. Pues bien, de todas ellas, ésta es quizás, en términos cinematográficos -digo más: en términos artísticos- la más maestra de todas. Estructurada musicalmente, como si se tratara de una sinfonía visual, con oberturas y cosas incluidas, esta maravilla transcurre lentamente -lo cual genera desesperación en más de uno-, a la velocidad que tiene el espacio exterior. Es cierto, cuando llegó la Guerra de las Galaxias, uno imaginó naves cruzando el universo a velocidades inauditas, pero sinceramente, cuando miro al cielo, a las estrellas, al tiempo y el espacio, al infinito, me veo anonadado por el vértigo de la lentitud, de eones transcurriendo insoslayablemente, a paso ciclópeo. Lo que Kubrick logra con el ritmo de la película es magnitud, transmitir lo inmenso de los conceptos que son la sustancia del filme: el hombre, el universo, la inteligencia, el tiempo, la vida. Demasiado vastos, demasiado inconmensurables para tratarlos sin ponderaciones, a velocidad luz. Kubrick plasma eso en imágenes de una belleza hipnótica, casi aterradora. Y como si eso fuera poco, tenés la historia de Hal y David, máquina y hombre, en un escalofriante duelo de inteligencias, lo cual le dio un peso específico intelectual a las películas de ciencia ficción que no tenían hasta ese momento. Sumémosle los efectos especiales, y anotemos otro gigantesco poroto para Kubrick, ya que de allí en más, nada volvería a ser igual en ese rubro dentro del cine de ciencia ficción. Es más, después de "2001", nada volvería a ser igual en el cine, a secas.



20- Pequeño gran hombre (1970)
La dirige: Arthur Penn
Actúan: Dustin Hoffman, el Jefe Dan George, Martin Balsam, Faye Dunaway

"Pequeño Gran Hombre" data de 1970 y, en el momento en el que salió, fue un éxito sopresivo en Estados Unidos. Y fue sorpresivo porque es una película muuuy particular, tanto en su temática como en el tratamiento de esta, no así en lo cinematográfico propiamente dicho. Es decir, esta filmada de manera convencional y narra la historia correctamente, con fluidez. Pero lo interesante, como dije antes, es la historia y el lugar desde el que se la cuenta.
"Pequeño Gran Hombre" es un western única y exclusivamente porque la historia transcurre en el oeste norteamericano. Allí un niño, Jack Crabb (Dustin Hoffmann), es el único sobreviviente de un ataque indio a una caravana de pioneros. Los indios -cheyennes, para ser más precisos- lo adoptan y él crece como uno de ellos. Allí, bajo la tutela del jefe Old Lodge Skins, entra en contacto con la bella cosmovisión de los nativos norteamericanos. Así se convierte en uno más de los "seres humanos" -los indios- y allí aprende uno de los primeros conceptos claves de boca de su tutor: "Hay una inagotable provisión de hombres blancos, pero siempre hubo una cantidad limitada de seres humanos". Pronto, Jack comprenderá la terrible y profunda verdad que resume esa idea.
Jack recorrerá el oeste: primero como cheyenne adoptado, luego caerá en manos de los blancos otra vez, lidiará con una pareja de predicadores, tratará de ganarse la vida como pistolero, como vendedor de aceite de serpientes y como guía del ejército, incluso se casará. Pero todo este nuevo encuentro con la "civilización" le servirá para entender que, definitivamente, prefiere vivir como los seres humanos...
"Pequeño Gran Hombre" es una gran película por varios motivos: las actuaciones son notables, particularmente la de Dustin Hoffmann quien es un verdadero camaleón. El guión es también fantástico, como buena parte de los personajes, hay una línea que repite una y otra vez Old Lodge Skins que les va a quedar rebotando en la memoria: "Hoy es un buen día para morir". El tono de la película es algo para destacar, al punto que es lo que la hace única: "Pequeño Gran Hombre" tiene una tesitura un tanto risueña, hay momentos que son de verdadera comedia, pero lo que está contando es realmente dramático y el humor es en realidad cáustico, y está utilizado para ridiculizar algunos conceptos instalados en la mente del público durante años de westerns clásicos. Porque lo que "Pequeño Gran Hombre" describe no es otra cosa que la gran atrocidad que fue "La conquista del Oeste", primer paso en el cumplimiento del Destino Manifiesto estadounidense, habitualmente presentada como hazaña civilizadora cuando en realidad se trató de un genocidio y de la destrucción de una cultura infinitamente más civilizada que la del hombre blanco...



21- La Naranja Mecánica (1971)
La dirige: Stanley Kubrick
Actúan: Steven Berkoff, Patrick Magee, Malcolm McDowell, Michael Bates

Este clásico de Stanley Kubrick fue filmado en 1971, basándose en la novela de Anthony Burguess, y cuenta la historia de Alex, un londinense del futuro. Alex es un joven brillante que tiene a la violencia como razón de ser de su existencia. Se considera a sí mismo un esteta de la violencia y, con el objetivo de desarrollar su "arte", conduce a su banda de "droogs" a través de la noche, en busca de nuevas "aventuras": drogarse en el Korova Milkbar, violar una chica, romperle la cabeza a otra banda, saquear una casa o darle una paliza a un vagabundo, preferiblemente si es viejo y está borracho. Eso sí, siempre con alegría, humor y una canción en los labios. Claro, Alex -a diferencia de sus "droogs"- es inteligente y tiene carisma. Ejerce la violencia por "amor al arte", de manera natural y sin otro objetivo que el placer que ella le proporciona. Lo cual produce en el espectador una extraña sensación de atracción-rechazo hacia el personaje brillantemente encarnado por Malcom Mc Dowell. En el momento en el que Alex es detenido y sometido a un "tratamiento" experimental de tipo pavloviano es cuando aparece en escena la violencia institucionalizada. Con el objetivo de acabar con la violencia se usa más violencia, aunque en este caso bajo el amparo de un objetivo superior: el bien común, la moral, la política, las conveniencias... Paradójicamente, el personaje de Alex termina siendo el más libre -dentro del particular enfoque ético del filme- ya que sus inclinaciones no responden a ningún interés que no sea su satisfacción personal. Un interesante análisis de la naturaleza de la violencia que, a más de treinta años de su nacimiento, no ha perdido un ápice de vigencia.




22- Dirty Harry (1971)
La dirige: Don Siegel
Actúa: Clint, viejo. No hace falta más.

"I know what you're thinkin', punk: Did he fired five or six times?. Being this a Magnum 44, the most powerful handgun in the world, I guess you've got to ask yourself a question: do I feel lucky? Well, do ya, punk?!"

Esta línea, es quizás una de las más recordadas del cine hollywoodense, y sin dudas la más recordada de "Harry el Sucio", la primer película de detectives duros que caminan al margen de la ley. Y también la película que hizo famoso a Clint Eastwood y a su personaje Harry Callahan. Personaje que, indudablemente, inspiró al Negro Fontanarrosa para crear a "Boogie el Aceitoso". Pero bueno, esa es otra historia... Harry Callahan es un policía de San Francisco, armado con un revolver Magnum 44 y convencido que los derechos de los criminales dejan de existir en el momento en que estos se salen de la ley. "La ley está loca", sostiene Callahan, quien no entiende por qué si los criminales eligen estar del otro lado de la ley, son a su vez protegidos por ésta. Desde (y a pesar de) esta peligrosa concepción del mundo -no tengo dudas que personajes como Baby Etchecopar deben tener un altar dedicado a Harry en su cuarto- "Harry el Sucio" se construye como un excelente policial. De hecho, como señalé antes, es el primero del género. Lo interesante aquí es cómo se reemplaza al policía moralmente intachable que poblaba las producciones hollywoodenses hasta entonces (1971) por un tipo para el que el fin justifica los medios, lleno de dobleces y que pone en la tentación al espectador de decir: "Y sí, que lo mate, si es un hijo de puta", refiriéndose al adversario de Harry: un piscópata asesino en serie, que tiene a su última víctima enterrada viva, manteniéndola con un dispositivo de aire que se agotará en un lapso determinado, condenándola a morir asfixiada. El recurso facilista, quizás, sea caer en la crítica que recibió esta película: que baja un mensaje de simpatía hacia la mano dura y los excesos policiales. Pero, a mi entender, el análisis debería ser mucho más profundo que eso (justamente ese tipo de conceptos hay que dejárselo a gente como Etchecopar), por sobre todas las cosas teniendo en cuenta el contexto histórico de la película. En mi opinión, Harry el Sucio buscaba poner a prueba al espectador, acostumbrado a filmes policiales como los que mencioné antes, en un tiempo en el que la violencia era dueña y señora de las calles estadounidenses con patotas y asesinos seriales para tirar al techo. Por eso la gente debió sentirse muy tentado de que apareciera alguien que simplemente acabara con la violencia... sin importar el cómo. En ese sentido, el filme logró claramente su objetivo. Además, repito, como thriller policial del tipo "policía corre contra el tiempo para detener al psicópata" es excelente, no le falta absolutamente nada y te mantiene tenso y expectante hasta el último segundo: no solo inaugura el género sino que pone una marca muy difícil de alcanzar.

PD: Un detalle curioso es que Clint Eastwood fue el único que aceptó el papel, de una lista que incluía a Frank Sinatra, Steve McQueen, John Wayne, Paul Newman y Robert Mitchum.



23- El Padrino (1972, 1974, 1990)
La dirige: Francis Ford Coppola
Actúan: Agarrate, Marlon Brando, Al Pacino, Robert de Niro, Robert Duvall, Diane Keaton, James Caan, Andy García, Talia Shire

Aquí voy a hacer un poco de trampa, la cual repetiré con otras películas: voy a incluir la trilogía completa. Es que para mí no pueden ser separadas, todas conforman una gran historia. Así que van las tres, lo siento.

I
Probablemente una de las mejores películas de la historia del cine norteamericano El Padrino es la madre de todas las películas "de gangsters". Es muy difícil encontrarle algún punto flojo. ¡Si todavía no empezó la película y ya te enamoraste de la música de Nino Rota! No creo demasiado en la validez de los premios Oscars, pero El Padrino fue nominada para ¡11! Demasiado como para dejarla pasar sin haberla visto. Sumémosle a eso un elenco sencillamente inmejorable (solo faltó De Niro, pero está en la segunda parte): Marlon Brando (descomunal), un -hasta ese momento- casi desconocido Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton... Todos esos monstruos cuentan con la dirección del más inspirado Francis Ford Coppola, sabio administrador de los tiempos, magistral narrador que irá desenvolviendo la turbulenta vida de la familia Corleone, donde los códigos de familia y respeto, la lealtad y los "negocios", lo ético y lo ilegal caminan de la mano y se defienden con plomo. Pensar que el estudio que contrató al joven Coppola lo hizo pensando en que podría controlar al novel director. No se imaginaban lo que el niño prodigio tenía en la manga... El guión es sencillamente inolvidable, cómo no recordar aquel discurso de Don Vito que empieza con un: "You didn't come to me. You went to the police. You didn't call me godfather..." o "Voy a hacerle una oferta que no podrá rehusar" (frase mafiosa por excelencia) o "Santino, vé... y mátalo". Una oferta imposible de rechazar...

II
"El Padrino II" continúa la saga de la familia Corleone, que comenzara en la magistral primera parte. Estamos a fines de los 50's, Don Vito ha muerto de viejo, Sonny ha muerto asesinado y es Michael (Al Pacino), el menor de los hermanos, quien esta a cargo de la Familia. Michael, quien comenzara tratando de evitar meterse en los negocios mafiosos de su padre, no ha podido escapar a su destino. Pero tiene como objetivo cumplir con la promesa que le hiciera a Kay (Diane Keaton), su mujer, de "legitimar" el nombre de los Corleone. Sin embargo, nada será tan fácil, obviamente. No puede serlo, por otra parte, con los intereses que hay en juego, intereses que llevan a la traición y el asesinato dentro de la propia familia (y que esta vez esté en minúscula tiene su razón de ser).
La extraordinaria segunda parte, filmada en 1974, es a la vez una secuela y una precuela de la primera. Trazando un paralelo entre el asecenso mafioso de Vito (esta vez interpretado por un soberbio Robert De Niro) y la caída moral de Michael, la segunda parte es menos lineal que la primera y pone muchas más cosas sobre el tapete. Atrás queda esa costado hasta atractivo y romántico de la mafia, para exponer su corrupción y violencia en toda su cabal dimensión. "El Padrino II", en la parte de la historia que corresponde a Michael, es un muestrario de los negocios sucios de la mafia estadounidense y de su poder y alcance dentro de la política norteamericana; en los momentos referidos a Vito, por otra parte, exhibe el lado oscuro de la América (en el sentido yanqui del término) construida por los inmigrantes, tan lejana a lo que a los estadounidenses les gusta creer de sí mismos.
No hay nada que pueda criticarse de esta película, por el contrario, todo es digno de los más altos elogios, al punto que se puede llegar a cuestionar si la segunda parte no es hasta mejor que la primera. Claro que si tengo que elegir, no puedo evitar señalar que esta película reune a Robert De Niro y a Al Pacino, nada menos, en dos de los mejores papeles de sus carreras (generando el eterno deabte sobre quién encarnó al mejor Padrino: Brando, De Niro o Pacino), y encima dirigidos por un grande como Francis Ford Coppola. Dicho esto, queda claro que estamos hablando de CINE en palabras mayores.

III
Quince años después de la tremenda "El Padrino II", llegó al cine la indispensable tercera parte. Es que uno no podía quedar así nomás sin saber cuál era el destino de la familia Corleone y, por sobre todas las cosas, de Michael Corleone.
Estamos en la New York de 1979. Michael se ha convertido en uno de los tipos más poderosos de Estados Unidos y ha conseguido limpiar casi por completo el nombre de la familia. Al punto que es condecorado por el Papa por sus constantes acciones de beneficencia. Claro, ha debido pagar caro lo conseguido: Freddo ha muerto; Kay se separó de él ya hace rato; Anthony, su hijo mayor, lo desprecia; y su hija, Mary, intenta no creer las cosas que se dicen de él, para no perder su amor por su padre. Por otra parte, hace su aparición Vincent Mancini (un notable Andy García), hijo no reconocido de su hermano Sonny. Vincent es tan impulsivo como su padre, y tan ambicioso como su tío, quien lo pondrá bajo su ala.
Michael intentará salirse de una vez por todas de la Cosa Nostra y embarcarse de una vez por todas en negocios completamente legales. Pero la Mafia le pedirá una tajada del emprendimiento con el que piensa "limpiarse": negocios inmobiliarios con el Vaticano. "Justo cuando pensaba que podía salir, me arrastran adentro otra vez", será la reflexión de Michael. Y al negociar con la Iglesia y con los popes del mercado inmobiliario europeo, Michael descubrirá que, en sus propias palabras, "siempre intenté escalar socialmente para escapar de la mugre. Pero mientras más subo, más mugriento y retorcido es todo". ¿Conseguirá redimirse Michael Corleone? ¿O el precio a pagar es demasiado alto? La respuesta se ahogará en ese inolvidable y atroz grito silencioso del epílogo.


24- Gritos y susurros (1972)
La dirige: Ingmar Bergman,
Actúan: Harriet Andersson, Ingrid Thulin, Liv Ullman

"Gritos y susurros" es un drama con letras mayúsculas. Espeso. Tres hermanas, Agnes, Karin y Maria, y una criada llamada Anna, en una enome casa. Agnes (la increíble Harriet Andersson), la mayor, se está muriendo de tuberculosis, y sus hermanas y Anna están allí para ayudarla y acompañarla. Pero nada es lo que parece. A través de flashbacks intercalados en la historia principal -y a los que Bergman nos lleva con exquisitos fundidos carmesí- el director nos insinúa un trasfondo terrible para cada uno de los personajes. Así, por momentos no llegamos a estar seguros de determinadas cosas, ya que Bergman nos tantea brevemente, sugiriéndonos cosas para dejarnos sin respuestas -o con las respuestas que uno puede llegar a concebir- lo que crea un clima de tensión insostenible y que no es otra cosa que el horror latente de la existencia.
La película es durísima en muchísimos sentidos, desde la fenomenal actuación de Harriet Anderson, quien interpreta su papel de moribunda con una potencia perturbadora, hasta la cínica y falsa personalidad de Maria (Liv Ullman) o Karin (Ingrid Thulin) y su irrefrenable odio a sí misma. Por supuesto, que otro de los personajes centrales del filme es Anna, quien posee un vínculo con Agnes que pende entre lo más humano del filme y lo más enfermizo. Como si fuera Dios en el enfoque existencialista, Bergman arroja a estos personajes al mundo que él crea, hermético mundo compuesto por la casa familiar en el que sus cuatro personajes se debaten tratando de enfrentar el dilema de la muerte, del sentido de la vida. Un mundo construido con sexo, represión, mentiras, envidias,resentimientos, enfermedad y muerte. En ese lugar infernal, las cuatro mujeres intentarán encontrar algo de luz, alguna manera de ver las facetas bellas de estar vivo. Pero solo una lo logarará.
Los motivos por los cuales "Gritos y susurros" es una obra maestra son demasiados pero, fuera de los que mencioné, hay que prestar especial atención a cuatro escenas (si es que deciden ver la película): cuando Agnes llama a sus hermanas una por una para que vayan a su cuarto -difícil que se puedan sacar esa escena de la cabeza por un largo tiempo-, cuando Karin y Maria tienen su diálogo de reconciliación, cuando Karin y Maria entran al cuarto en el que Anna y Agnes se han quedado solas, y la escena de cierre de la película. Todas ellas bastan para darte cuenta por qué Bergman es un genio y por qué el cine es arte.


25- Escenas de la vida conyugal (1973)
La dirige: Ingmar Bergman
Actúan: Erland Josephson, Bibi Andersson

Marianne y Johan son, en apariencia, un matrimonio perfecto: ambos tienen éxito en sus profesiones, tienen hijos encantadores, se llevan bien y tienen diálogo. Incluso cuando Bergman los pone en contraste con una pareja amiga que destila veneno cada vez que se dirige la palabra, uno cree que el matrimonio de Johan y Marianne solo puede tener un destino feliz. Pero hay pequeñas fracturas -grandes en realidad, solo que no se ven- en la relación, que Bergman va insinuando y que se manifiestan cuando Johan tira la bomba: está enamorado de otra mujer y se va de la casa. La bomba no puede sino destrozar todo, particularmente a Marianne quien, a pesar de todo no consigo desligarse emocionalmente de Johan. Asistiremos entonces al progresivo derrumbe de este matrimonio -y a los decadentes e infructuosos intentos de salvarlo- a través de las escenas a las que hace referencia el título. Bergman mantiene casi todo el filme en ambientes cerrados y cotidianos, lo que aumenta la sensación de estar contemplando la vivisección del matrimonio de Johan y Marianne. Evidentemente, lo primordial en esta película es el soberbio guión, una verdadera obra maestra de incalculable profundidad emocional.
No, no comieron perdices...


























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6 Comments:

Blogger Fede / Billie said...

La lista viene genial y ya me anoté algunos clasiquetes para mirarme. Pero si viene por orden cronológico sorprende la ausencia de "Un Chien Andalou" de Buñuel, "Vertigo" de Hitchcock y "Dr. Strangelove" de tu amigo Kubrick. Igual, gustos son gustos, mi estimado.

(Desconozco si en tu lista estás incluyendo documentales, pero de esa época hay dos que a mí me parecen tan duros como necesarios: "Nuit et brouillard" de Alain Resnais y "Titicut Follies" de Frederick Wiseman.)

Saludos!

2:47 PM

 
Blogger beto9 said...

Tal cual Chino. De hecho, si me dejara llevar pormis directores favoritos, podría armar una lista de 100 películas solo con Kubrick, Woody Allen, Bergman y Coppola!

Fede:por eso la aclaración pertinente del principio. Esta lista es de películas que me gustaron muchísimo a mí. Por eso van a faltar algunas como las que vos mencionás, o como "Lo que el viento se llevó", "El ciudadano" o "Casablanca", y en su lugar van a aparecer cosas como "Galactica, astronave de combate". Pero como imaginará, no podía hacer una lista de 200 películas, así que tuve que dejar afuera algunas cosas, y en ese hilado fino, terminé eligiendo muchas cosas que me fascinaron de chico, por ejemplo, aunque hoy sepa que cinematográficamente son pedorras. Abrazo a los dos!

3:53 AM

 
Blogger Unknown said...

No hay película más intensa que Gritos y Susurros. Hace poco la volví a ver y me dejó más helado que de costumbre. Es preciso lo que dices: después de la escena en que las hermanas son convocadas por el cuerpo muerto de Agnes... uno siente que la vida no vale nada. ¡Saludos maestro!

PD: Chequée el último video de Super Furry Animals que colgué.

L.

7:35 PM

 
Anonymous Anonymous said...

Beto, por fin apareció esta lista, que tanto esperaba.

Es cierto, si uno se pone a pensar, tendría que poner las mejores 500 pero gustos son gustos y por ahora la elección viene impecable, en lo que respecta a Kubrick y Bergman.

Esperamos con ansias el resto de la lista.

Un abrazo!

1:13 PM

 
Blogger Jorge C�ceres said...

Increible. Coincidimos casi completamente.

8:06 PM

 
Anonymous Anonymous said...

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