Wednesday, October 03, 2007

Rock On!


Continuando con mi afición por los listados, acá van los 15 mejores recitales internacionales que tuve la suerte de ver. El orden es cronológico.



NIRVANA
Fecha: 30 de octubre de 1992

Lugar: Estadio Vélez Sársfield

Pocas veces se da la suerte de ver a una de tus bandas favoritas en el momento justo, y no cuando vienen viejos, gordos, pelados y con la mitad de los miembros bajo tierra. Bueno, a mí se me dio con un par. Nirvana fue el primero de ellos. Tras fracasar en mi objetivo de llegar a Lollapalooza y ver a Soundgarden y Alice In Chains, pude darle un inmejorable destino a lo que había alcanzado a juntar trabajando denodadamente como mozo, juntando moneda sobre moneda de propinas. Enterarme de que venía Nirvana fue como una iluminación que me mantuvo en éxtasis hasta el instante en que, anonadado pude ver a Kurt parado sobre el escenario. Pasaron Los Brujos, más que dignos soportes. Sucumbieron las Calamity Jane a la ira intolerante de los energúmenos. Se enojó Kurt y nos dejó sin Smell Like Teen Spirit. Pero, a pesar de todo eso, a pesar de que muchos consideraron flojo el recital justamente por el enojo de Kurt... ¡ví a Nirvana! No solo eso. Con Mele, mi compañero de aventuras en esa ocasión, saltamos haciaellugar por el que los músicos salían del escenario y nos cruzamos con Kurt y Cía. a quienes saludamos fanaticosamente, saludo que nos devolvieron con amabilidad y hasta cierta timidez.

* Para información más detallada de este recital, leer mi post "Twenty thousand macho men"




METALLICA
Fecha: 8 de mayo 1993

Lugar: Estadio Vélez Sársfield

En aquella época yo era un desocupado y por ende no tenía un centavo. Pero nada de nada. ¡Y venía Metallica! Ya me estaba resignando cuando desde el cielo llegó un ángel bondadoso, Romina, amiga de mi hermana que amaba el metal. Quién sabe de dónde ni cómo, consiguio entradas gratis y me regaló una. Después de soportar un olvidable show de Orcas, apareció Metallica, en la cumbre de su carrera, antes de volverse la patética parodia de si mismos en la que se transformarían después, antes de ser amiguitos de Bush, antes de muchas cosas feas, cuando uno los amaba descaradamente y disfrutaba cuando su cerebro era aplanado por esos riffs gloriosos. Y lo aplanaron nomás, quedó lisito lisito, a puro metal.


JETHRO TULL
Fecha: 5 de noviembre de 1994
Lugar: Estadio Obras

Bueno, Jethro Tull es una de mis bandas preferidas de los '70 y es un placer que comparto desde la adolescencia con Matías, uno de mis mejores amigos. Era también una de esas bandas que jamás imaginás que vas a poder ver en vivo, y mucho menos en la Argentina. Pero en los '90 estábamos de parabienes en ese sentido, así que cuando me enteré que venía Jethro Tull me pellizqué con una tenaza para garantizarme que no estaba soñando. Acto seguido, compré entradas para Matías y para mí. El tema era que el campo era carísimo, fuera de mis posibilidades ya que lo habían hecho VIP (léase: con asientos), así que saqué pullman en los costados. Pero, estando ahí y a punto de empezar el recital, con Matías evocamos los tiempos en que ibamos a ver alos Redondos en ese mismo estadio y, aprovechando que se pagaron las luces, nos descolgamos del pullman al campo, con tanta buena fortuna que descubrimos dos lugares vacíos... ¡en primera fila! Glorioso. Y no hablar cuando la banda se despachó con una seguidilla de sus clásicos, nada de boludeces ni temas nuevos. No señor: solo canciones de Aqualung, Minstrell in the Gallery, Thick as a brick, Benefit.... ¡Una joya!


PAGE/PLANT

Fecha: 23 de enero de 1996
Lugar: Estadio Ferrocarril Oeste

Bueno, ¿qué puedo decirles de esto? Momento glorioso de mi vida que solo podría haberse comparado con haber visto a los Beatles. Los dos héroes de mi adolescencia haciendo solo temas de Led Zeppelin. Punto. Baste decir que me encontraba en Mar del Plata y me tomé un avión, ¡un avión, sí! para venir a Buenos Aires a verlos. Que estuve, literalmente, en primera fila todo el recital, con los ojos llenos de lágrimas por la emoción cual groopie desaforada. Que no sé si fue así o no, pero que en mis oídos sonó como si Plant casi hubiera recuperado su timbre de los '70, y Page se hubiera olvidado de su artritis. Que estaba tan desesperado por verlos tocar que, quería que la banda soporte dejara de tocar lo antes posible. Y la banda soporte eran los Black Crowes, uno de mis guilty pleasures favoritos. Como si eso fuera poco, al volver a casa, portando una sonrisa que solo me podían sacar con varias cirugías plásticas, conocí a Agustín, mi enorme amigo y compañero de andadas rockeras memorables. Jornada completa.



SMASHING PUMPKINS
Fecha: 24 de enero de 1997
Lugar: Nassau Coliseum, New York

En 1997 me fui a New York solo con pasaje de ida. No bien llegué a me lancé a la caza de entradas para ver a todos los héroes del rock que pudiera. Bueno, los primeros que pude fue a los Pumpkins, entrada que compré a las pocas horas de haber pisado la Gran Manzana. En ese entonces no solo me encontraba en mi momento de mayor enamoramiento con las calabazas, sino que ellos estaban en plena gira presentación de "Mellon Collie and the Infinite Sadness". Nada más y nada menos. Así que, acompañado de Jackie, mi novia yanqui de aquel entonces y causal de mi presencia por esos lares, más nuestra amiga en común, Maga, trepamos al tren que nos llevaría al Nassau Coliseum, en Queens. En el camino nos pondríamos a charlar con un alemancito de uñas góticas, que acostumbraba laburar seis meses en Alemania, para ise a vivir otros seis a NYC y poder ver todas las bandas que le gustaban, además de estudiar música, que era lo suyo. Beneficios del primer mundo. Ese mismo alemancito a quien me cruzaría por la ciudad varias vesces después, sería quien se manifestara sorprendido de que en Buenos Aires hubiera autos. En fin, boludeces del primer mundo. Apenas llegados, me compré una hermosa remera azul de la gira, que terminé regalándole a mi amigo Mariano. Solo puedo señalar dos pequeñas salvedades que evitaron los 10 puntos para ese formidable recital. La primera era que... ¡todo era sentados en butacas! Imaginen no poder poguear el riff asesino de "Zero" por estar cómodamente sentado cual sala de cine. La otra era que, para colmo, al lado mío tenía un pelotudo borracho y bien, bien yanqui,que se empeñaba en explicarme todo lo que amaba a los Pumpkins, qué canciones le gustaban y por qué, hasta que no pude más y le tiré un: "I don't give a fuck! Get it?". Pero bueno, más allá de estos inconvenientes, el recital fue impresionante desvastador, una aplanadora de rock, con la sutileza de un set acústico en el medio, a milenios luz del pedorrísimo recital que dieron acá.


TOOL

Fecha: 27 de febrero de 1997
Lugar: Convention Hall, Asbury Park, New Jersey


Prácticamente un mes después del recital de los Pumpkins, y ya con Agustín en NYC, llegó el turno de otro recital de aquellos. En este caso agarrábamos a Tool, haciendo la gira de Aenima, su mejor disco. ¡Para qué! Estábamos de parabienes, o al menos eso creíamos. Porque nada iba a resultar fácil, y ese recital iba a ser una experiencia verdaderamente bizarra. El tema empezó porque tanto Agustín como yo estábamos parando en lo de mi novia Jackie, la cual vivía en ese momento con su madre. Digamos que la relación entre ambas nunca había sido sencilla y que Jackie -por ese entonces de 18 años de edad- había regresado a su casa tras hacer las paces con su madre. Pero claro, el acuerdo de paz implicaba varias cosas, una de ellas tener que lidiar con las altas dósis de paranoia de la buena mujer, quien veía a un proxoneta o un traficante de drogas en cualquiera que se acercara a su hija. Digamos que, a pesar de nuestras mejores intenciones y nuestro casi angelical comportamiento, la buena mujer nos miraba muy de reojo y controlaba nuestros movimientos. Así que determinados programas nos estaban vedados y había un toque de queda, que eran las 12 de la noche. Imagínense los estragos que esas limitaciones pueden causar en el joven rocker, estando en una ciudad como NYC. De hecho, Tool se presentaba como un problema garantizado. Pero Jackie mintió, dijo que ibamos a ver una obra de teatro llamada Tool y partimos con las palabras de la mujer rebotando en nuestros oídos: "Si no están acá a las 12, duermen afuera".

Para ir a la ciudad natal de Bruce Springsteen, donde tocaba Tool, debíamos tomar un tren y teníamos no menos de hora y media de viaje. Así que partimos nomás. La cosa continuó muy extraña desde lo climático. A ver, estábamos en pleno invierno, apenas un par de días antes habíamos tenido 15º bajo cero, y de pronto parecía un día de primavera. Hacía calor, mucho calor, tanto que podías estar en remera. Seguía siendo bizarro. Ni hablar cuando llegamos a Asbury Park. El cielo se había puesto gris, plomizo, y la ciudad parecía desierta. Bajamos del tren y preguntamos a un solitario empleado de ferrocarril dónde quedaba el Convention Hall. Siguiendo sus indicaciones caminamos a través de un barrio que más bien parecía un pueblo fantasma. No había NADIE en las calles, casi no había ruido. De vez en cuando pasaba un auto solitario. Los edificios de ladrillos gastados, alguna ventana rota, todo me hacía pensar en algún cuento de Lovecraft. Siguiendo las indicaciones, llegamos a una playa, el mar se había puesto verde esmeralda contra el cielo de plomo, los colores parecían saturados, todo era realmente inquietante. Estábamos allí parados, algo desorientados, cuando, caminando al costado de la playa vimos aparecer una peregrinación de acólitos de Tool, todo negro y metal. Los seguimos y así llegamos al Convention Hall, un lugar de apariencia muy semejante al Club de Pescadores de la Costanera. Eso era muy bueno, porque estaba garantizado que ibamos a ver muy bien desde donde estuviéramos.

Nos pusimos a hacer la cola en un hall desvencijado y pudimos apreciar que apenas un cordón semejante a esos de los cines viejos, nos separaba de la entrada al lugar donde iba a tocar la banda. Claro, pasado un rato escuhamos algunos riffs provenientes de allí adentro y, viendo que casi no había seguridad decidimos hacer una argentinada. Con Agustín y Jackie, simplemente saltamos el cordón y nos metimos con cara de "all access" en el lugar para quedar cara a cara con la prueba de sonido de Tool. Sí, como lo leen. Imagínense un lugar todavía más chico que Obras, y nosotros tres parados frente al escenario, a un metro de los cuatro brujos de la oscuridad. Disfrutamos de la prueba de sonido sin que nadie nos molestara, y salimos de allí solo para volver a entrar con el público.

Para qué les voy a contar lo que fue ese recital -abrieron los Melvins-, solo puedo decir que fue largamente uno de los mejores de los muchos que ví. Las dimensiones del lugar no podían sino favorecer el disfrute. Sumémosle un sonido demoledor. Un playlist tremendo. Maynard y Justin Chancellor casi desnudos, con sus cuerpos pintados de colores extraños, y las luces bailando sobre ellos, produciendo distorsiones imposibles, eran un espectáculo psicodélico como no volví a ver. La fabulosa combinación del sonido único de Tool con las hipnóticas imágenes proyectadas sobre el escenario y sobre los músicos a lo Warhol. Impresionante. Claro, había un pequeño problemita entre tanto disfrute: la mamá de Jackie.

Estábamos en pleno, cuando constatamos que eran las 22.50. Nuestros tickets decían que el tren partía a las 23 horas. Aunque estaban ya en los bises, el recital de Tool no había terminado. ¿Qué hacer? A regañadientes, muy a regañadientes, decidimos volver, para no afrontar las represalias de la buena señora. Corrimos por las desiertas calles de Asbury Park, hacia la estación de tren. Corrimos desperadamente, viendo como los minutos se consumían. Corrimos en vano, solo para ver partir el tren cuando estábamos a metros de la estación. Todavía respirando agitadamente, parte por la corrida, parte por la desesperación, encaramos al único guarda que quedaba en el andén, quien nos invitó amablemente a retirarnos, ya que no había más trenes hasta el día siguiente. ¡Oh sí, ahora sí que estábamos en problemas! Sin trenes, bien pero bien lejos de New York y con Die Fürherein contabilizando cada segundo tarde, nos esperaba una velada aciaga. Ni hablar cuando empezamos a fatigar las calles de Asbury Park tratando de encontrar alguna manera de volver. Los yanquis son de lo más avanzado del planeta, pero no cuentan con cosas básicas como un remise. ¿Por qué no se tomaron un bondi dirán ustedes? Dos motivos: el primero es que en bondi ibamos a llegar allá a las 2 de la mañana, los que nos garantizaba ser ejecutados sin juicioprevio; la segunda es que no solo no encontrábamos ninguno, sino que no encontrábamos a nadie que nos pudiera decir dónde y cuál tomar. De pronto, vimos pasar un taxi solitario. No quedó otra: estiramos la mano. La sonrisa del tipo cuando le dijimos que íbamos a Manhattan. "You made my day, guys!", declaró. Fue así que una hora y veinte, y 100 dólares después, estábamos en la ciudad que nunca duerme.

Habíamos llegado tarde. No solo eso. En el interín, la buena señora había hecho trabajo de inteligencia, había averiguado qué era Tool y dónde tocaba. Impiloteable. Recibimos todo tipo de puteadas y recriminaciones, y apenas pudimos ablandar unpoco el corazón de la señora como para que Jackie pudiera dormir adentro. Tras lo cual, la puerta se cerró en nuestras narices. Para colmo, la tempertura había vuelto a la normalidad. Ergo, hacía un frío de recagarse. ¿Dónde dormir, sin guita como para un hotel (además no íbamos a salir a buscar unhotel a es ahora de la noche)? Decidimos dormir en la escalera de servicio. Claro, el tiempo pasaba,la luz blanca nos taladraba lo sojos, la tortícolis nos toturaba los cuellos, y el frío aumentaba a pasos agigantados. Finalmente, tras un par de horas de pésimo pseudo dormir, con Agus optamos por ir a buscar una cafetería abierta y pasar las horas hasta el amanecer, a puro café y conversación adormilada. Cómo volvimos a la casa al día siguiente es toooda otra historia...


Explanada por la que se llegaba al Convention Hall


Entrada del Convention Hall



U2

Fecha: 7 de febrero de 1998
Lugar: Estadio Heladera Coca Cola

Un recital esperado durante al menos12 años, desde que empezaron a correr los interminables rumores de que "esta vez sí U2 venía a la Argentina". Digamos que más allá de muchas cosas que se puedan decir o pensar de Bono, U2 es una de mis bandas de cabecera por el sencillo hecho de que formó parte de la banda de sonido de mi adolescencia y que revalidó sus pergaminos cuando podría haberla cuestionado y dejado atrás: esto es en mi juventud (pero hizo "Achtung Baby") y en mi adultez (pero hizo "All that you can't leave behind"). Y como yo al rock no le pido salvadores políticos, sino salvadores emocionales, me nefrega si Bono es un falso o no en su cruzada humanitaria. Lo que me interesa es la música que la banda hace y las letras que Bono escribe. Y en eso, en la capacidad de construir desde épicos himnos de estadio hasta insuperables baladas intimistas, pocos pueden calzarse el sayo como U2. Así que, ni bien salieron a la venta las entradas, corrí a gastar por completo mi en ese entonces magro sueldo para adquirir boletos para los tres días. El tercero de ellos terminé regalándoselo a una chica de la que creía estar perdidamente enamorado y que no tenía un centavo para ir. Pero bueno, más allá de esos errores garrafales que uno puede llegar a cometer por unas polleras, las dos fechas que ví fueron fabulosas. Y especialmente la primera, a la que fui con la fan más rabiosa de U2 que conozca: mi hermana. Tan fanática es Ana, que averiguó cómo era el sello que te ponían en la muñeca para poder entrar al corralito (Domingo no te ponía ninguno, te metía de prepo nomás). Una vez que averiguó ese dato, se hizo fabricar un sellito, que ambos nos pusimos en la muñeca. Y entonces encaramos muy decididos hacia la entrada del corralito, confiando en nuestra argentinada. Salió de maravillas, porque pasamos sin mayores inconvenientes. Y si bien es cierto que la última vez que vinieron hicieron un playlist superior, si bien es cierto que "Pop" me parece uno de sus discos más flojos, estar ahí, a centímetros de los muchachos, sin ser aplastado por nadie, y disfrutando de canciones que me conmovieron durante más de lamitad de mi vida como "Sunday Bloody Sunday", "Pride", "One", "I will follow", "With Or Without You", "Bullet The Blue Sky", "Please", "Where The Streets Have No Name" fue absolutamente impagable. Momento único que empujó lágimas a mis ojos cuando la pantalla se puso roja y la guitarra de The Edge disparó "Where the streets have no name", tal como uno lo había visto en "Rattle and Hum", tal como uno había soñado verlo alguna vez.



OASIS
Fecha: 18 de marzo de 1998

Lugar: Estadio Luna Park

Paradójicamente, sin ser una de mis bandas favoritas, es a la que más veces ví (cuatro). De todas maneras, será la primera que abandone este listado el día que vea en vivo a The Cure, Rage Against the Machine, Rush o a la actual gira de Iron Maiden. Pues bien, eso no inalida la excelencia de sus segundo recital en el Luna Park, al que asistí acompañado de mi ex amigo Emiliano. Había ido el día anterior, llevando a Olga, una amiga llegada desde la lejana San Petersburgo. Pero a ella preferí llevarla a una cómoda -y más calma- platea. En cambio, con Emiliano fuimos al campo. Un campo extrañamente despejado, en el que uno podía ver sin necesidad de ser amasado. Y Oasis se despachó con un show demoledor, rock de guitarras químicamente puro. El volumen ratificaba aquella máxima rocker de "los oídos fueron hechos para sangrar", el playlist era inmejorable, ya que abarcaba sus tres primeros discos con lo queno faltaron "Rock and roll star", "Live forever", "Supersonic", Cigarettes and alcohol", "Aquiesce", "Wonderwall", "Morning glory"... y como si eso fuera oco, cerraron con "I am the walrus", mi canción favorita de los Beatles. Liam estuvo a full, al punto de putearse con uno del público que lo escupía y decirle en mancuniano que "lo esperaba a la salida". Hermoso.



RADIOHEAD
Fecha: 1 de septiembre de 2000

Lugar: Tredegar House, Newport, Gales

Con Marcela nos casamos en 2000 yhabía una cosa que teníamos clarísima: nuestra luna de miel iba a ser en Gran Bretaña. Una vez decidido eso y focalizadas todas nuestras armas económicas -lo que se traduce en que nos regalaran guita en vez de cosas, más lo que pudiéramos ahorrar entre los dos- me puse a investigar qué recitales iba a haber durante nuestra estadía por las islas piratas. Imaginen el calibre de mi emoción cuando descubrí que de todas las bandas posibles la única que tocaba cuando nosotros estuviéramos allí era Radiohead. Compré las entradas por la módica suma de 25 libras (menos de 50 pesos en aquel entonces), las cuales me fueron eviadas por correo. Temblando de la emoción retiré las entradas por el local del Correo Argentino, de Pueyrredón y Santa Fe. Claro, yo me había mandado sin más, pasándole por arriba a detalles como que el recital era en Gales, que no teníamo sla más remota idea de dónde quedaba Newport, ni como ir, ni dónde quedarnos allí. Pero bueno, esas era nimiedades porque ¡ibamos a ver a Radiohead!

Cuestión que estructuramos una parte de la luna de miel en función de ese recital: como íbamos a ir a Liverpool y Newport quedaba medianamente en el camino, partimos en tren desde Londres bajo una inevitable llovizna. Llegamos a Newport, que resultó ser una muy simpática ciudad costera. Módica, eso sí, y sin mayores atractivos que el recital y unas deliciosas y espumosas ales. Disfrutamos de la inconmensurable amabilidad de los galeses, quienes tuvieron gestos como mandarnos un champagne sorpresa al cuarto del hotel cuando se enteraron de que eramos "honeymooners". Pero claro, no estabamos para espumantes, porque a medida que se acercaba el momento, la ansiedad me devoraba. Por suerte estaba Marcela, para evitar que subiera y bajara de las paredes.

Tras averiguar que Tredegar's House quedaba en las afueras de Newport,encontramos el bondi pertinente que nos llevó, a través de la clásica campiña esmeralda de las islas, bajo el tornasol propio de la lluvia que partía y el sol que asomaba tímidamente. La población del bondi era una hermosa mezcla de jovenes fans de Radiohead, con laburantes de mediana edad, y ancianitos que parecían sacados de una película costumbrista inglesa.

Llegamos al lugar, que más que house debió llamarse Palace. Una tremenda casa victoriana, todo ladrillo y techo de pizarra, lucía una inabarcable y exquisita gramilla que oficiaba de jardín, y en cuyo centro se alzaba una carpa de aspecto circense. Allí, mis amigos, allí iba a tocar Radiohead. Lógicamente, antes de que ello ocurriera hicimos la colapertinente y una escala en los locales de merchandising, de los que me fui con dos remeras, una de ellas obsequiada por mi flamante sspossa. Entramos luego para relamernos desde el vamos: el lugar era diminuto. Traten de imaginar ver a Radiohead en un lugar del tamaño de la Trastienda y se van a hacer una idea. Sumémosle que los brits son inconmensurablemente respuetuosos, al punto que llegamos y nos paramos delante del escenario, exactamente en primera fila, y nadie nos sacó el lugar, ni nos apretujó, ni nos empujó o tapó la vista. Sin la más mínima exageración: vimos a Radiohead como si hubiera tocado en el living de nuestra casa.

Y el show, ¡oh el show! Los muchachos estaban a punto de lanzar "Kid A", así que presentaron el disco ahí mismo, tocaron todos los temas de ese álbum, más "Paranoid android", "Airbag", "Karma police", "Street spirit", "High and dry", "Creep"... Solo me dejaron con la leche mal, al no tocar "Fake plastic trees", la canción que más me gusta de ellos. Pero, se imaginarán que al lado de lo que fue eso no es que me hice demasiados problemas. No voy a detenerme en detalles de cómoes un show de Radiohead, porque todos los que esto leen han visto videos. Lo que sí quiero recordar fue el clima de irrealidad que sentí en ese recital justamente gracias a poder verlo tan tranquilo, de tan cerca, tan distinto a como se ve acá. Faltó la pasión del público de acá, es cierto. Pero en ese momento yo quería ver a Radiohead y no sé si tenía ganas de hacerlo apretujado y con un muñeco cantándome desafinadamente y a los gritos en los oídos, por eso bienvenida la flema británica para esa vez.


Entrada a Tredegar's House


En este jardín fue el recital





R.E.M.

Fecha: 17 de enero de 2001
Lugar: Campo Argentino de Polo

El Buenos Aires Hot Festival fue el último gran evento festivalero antes del derrumbe de 2001. Basta consignar que tocaron nada menos que Neil Young con Crazy Horse, R.E.M., Beck y Oasis para darse una idea del calibre del asunto. Los cuatro recitales fueron excelentes, pero el de R.E.M. alcanzó proporciones difíciles de igualar. Empezando porque era enero lo que hacía que hubiera menos gente en Buenos Aires y por ende cantidades aceptables de público en vez de un desmadre total (en general soy reacio a los recitales de estadio, como verán) y siguiendo por la llovizna persistente, que le dio al recital un clima de nostalgia y romanticismo incomparable, y terminando con el hecho de que Michael Stipe es un showman de la hostia, que te agarra de la mano y te lleva a través del recital como si fuera una experienca mántrica, el resultado fue memorable. Además dispararon todas las joyas posibles: Everybody hurts, Man on the moon, Losing my religion, It's the end of the world as we know it, The one I love...

WHITE STRIPES
Fecha: 28 de mayo de 2005

Lugar: Estadio Luna Park

Descubrí a los White Stripes en el 2002 y siempre me parecieron grosos, pero realmente no estaba preparado para lo que ví esa noche en el Luna Park. Que apenas dos músicos pudieran sonar así, no solo como una banda completa, si no como una banda completa de la puta madre. Da para reflexionar sobre la calidad de nuestra escena local actual... Salí de ahí diciendo: "así debe haber sido ir a un recital de Zeppelin". Es que la banda toma casi la smismas raíces que Zeppelin -el blues- y lo trasnforma en esa vorágine, en una aplanadora sónica en base al machaque primal de Meg, los aullidos a la Plant de Jack, y una pared de guitarras tocadas por un solo tipo y cargadas de blues asesino. ¡Qué suerte haber podido ver un recital tan groso, de la que quizás sea la mejor banda generación '00, y en su mejor momento!



PEARL JAM
Fecha: 25 y 26 de noviembre de 2005

Lugar: Estadio Ferrocarril Oeste

Sin dudas los dos recitales más emocionales a los que fuí en mi vida. Es simple, hacía menos de un mes que había salido de Fundaleu, después de haber jugado al ajedrez con la muerte y haber conseguido un rato más de changuí por acá abajo. Ni siquiera tenía el alta para ir a un recital -supuestamente la tenía el 1 de diciembre- por el riesgo que tenía de contagiarme cualquier cosa -mis defensas eran menores que las de un HIV-, pero había una sola cosa que tenía clara: iba a ir a como diera lugar. Había estado esperando durante casi 15 años ese momento y necesitaba como el agua estar ahí, hacer catársis de lo que me había tocado vivir. Y no existiendo ya Alice In Chains, no había mejor candidato para esa catársis que Pearl Jam, banda de sonido determinante de mi existencia. Las dos noches fueron memorables, pero sin dudas la primera tuvo un impacto mayor. Fui con Marcela, mi mujer, con mi amigo Mariano y, supuestamente, con el Negro. El único problema fue cuando, finalizando el set de Mudhoney, sonó mi celular. Era el Negro, desde La Bombonera, preguntándome si se había suspendido el recital, porque no había nadie. En fin... Tras semejante muestra de colgadez, lo enteramos de que hacía rato que se había cambiado a Ferro, le explicamos la manera más rápida de llegar, y le prometimos rezarle a los dioses del rock para que alcanzara aunque sea a ver algún tema de Pearl Jam. Dicho lo cual fuimos a ubicarnos a la explanada para discapacitados. Hubiera dado cualquier cosa por poder estar adelante de todo, pero como se imaginarán ya me daba por más que bendecido por poder estar vivo para estar ahí, así que no quise abusarme de mi suerte. Nos fuimos allí con Marcela, nos encontramos con Fede, con Juli y con Santi, con quienes charloteamos de lo que estaba por venir. Gocé evocando mis tiempos tabasquenses con solo ver los millares que habían sacado de algún placard polvoriento sus bermudas, sus leñadoras y sus remeras de Alice In Chains, Soundgarden, y toda la legión de Seattle. Y entonces vino Pearl Jam y un recital demasiado bueno para ser real, con canciones casi exclusivamente de sus cuatro primeros discos, con "Ten" casi entero ("Esta canción se iama Once", ¡¡¡gracias Eddie!!!) con mi amada "State of love and truth", con el cover de mi canción favorita de los Ramones "I believe in miracles", con el fantástico cover de "Rocking in the free world" (tema del gran Neil que hacíamos con Zelig), con mi llanto desesperado en "Black", abrazado a Marcela como si fuera la vida misma, con el "Hard to believe/finally the shades are raised" cantado con dientes apretados. Esos dos recitales fueron demasiado, fueron un regalo por el que siempre estaré agradecido.



THE STOOGES

Fecha: 22 de septiembre de 2006

Lugar: Club Ciudad de Buenos Aires


Recital al que en otro tiempo hubiera ido con mi ex amigo Emiliano (del que me separaron las cosas de la vida), pero al que terminé yendo con mi amigo Nacho (un regalo de esa misma vida). Éste fue mi segundo recital post leucemia, motivo por el cual entré un poco apichonado. Imaginé que la cosa podría ser hermosamente descontrolada y por eso me puse en un costado. Pero claro, no sé en que estaba pensando. ¡Eran los Stooges! El apichonamiento me duró exactamente hasta el segundo en que sonó el riff de "Down on the street" y el descomunal Iggy apareció así como lo ven en la foto. Totalmente fuera de control me lancé hacia adelante hasta apostarme en primerísima fila, lugar del cual me alejé a lo sumo tres o cuatro puestos, inmerso en esa hermosa marea humana de pogo frenético, inyectado a puro "Loose", "1969", "TV Eye", "Dirt", ""I wanna be your dog" (¡¡¡dos veces!!!) y "No Fun" (momento en el que no pude subirme al escenario por milímetros, cuando Iggy incitó a las huestes a copar el stage), estos dos últimos himnos del garage que perpetrábamos con Zelig. Los Stooges abrieron el Pepsi Music, que debió concluir apenas dejaron de tocar, ya que lo que vino después fue totalmente redudante. Qué se yo. Como rcoker, me daría vergüenza ajena pretender subirme a un escenario después de que un abuelito flaco y descontrolado, un gordito de anteojos en campera militar, y un simio con cap en la cabeza, me dieran de un saque todas las lecciones de lo que un recital y una banda de rock deben ser.



PATTI SMITH

Fecha: 3 de noviembre de 2006
Lugar: Club Ciudad de Buenos Aires


¡Qué, pero que grosa es esta mujer! Enamorado platónicamente de ella no podía creer que venía y fue la única razón por la que me gasté el huevo y medio que me salió la entrada del Bue. Para colmo fui solo de toda soledad, ya que soy el único ser humano entre mis conocidos al que le gusta Patti. Afortunadamente, allí estaba Fede (Billie para algunos) quien sabiamente había decidido chequear in situ a la leyenda. Para qué... A pesar de todo lo que la amo, no estaba preparado para semejante despliegue de grositud. Abriendo con "Gimme shelter", enamorándonos con "Redondo beach", dejándonos con las ganas de "Land", poguéandonos con "Because the night", delirándonos con "Free Money", llevándonos al éxtasis con "Gloria"... Demasiado, una mujer que podría ser la abuela de muchos, dando cátedra de rock en todos los planos. Lástima que solo duro una hora. No pude evitar odiar a Elefant por el tiempo que le sacó antes, y a los Beastie Boys por el que le sacó después.




NEW ORDER

Fecha: 18 de noviembre de 2006
Lugar: Club Ciudad de Buenos Aires

¿Pudo alguien idear un mejor regalo de cumpleaños? Difícil. Amo New Order. Su música está vinculada a algunos de los pocos momentos memorables de mi adolescencia. Pero más aún amo a Joy Division. Y si bien a Ian Curtis se le complicó venir, el solo hecho de ver al resto de la banda, en el día de mi cumpleaños, en primera fila, y haciendo "Ceremony", "Transmission" (tema que hacíamos con Zelig), "Atmosphere", "Shadowplay" (¡¡¡uno de mis favoritos de Joy Division!!!) y "Love will tear us apart", léase tocaron 16 temas de los cuales cinco eran de Joy Division. Sencillamente glorioso. Fui con Marcela, que también ama a la banda. Pero la pobre estaba embarazada, así que tuvo que conformarse con ir a la plataforma donde están los discapacitados, mientras yo me lanzaba como un desaforado hacia adelante de todo para quedar parado ahí, mano a mano con Peter Hook, el tipo gracias al cual alguna vez me puse a aprender bajo. Fue un momento teológico, místico, absolutamente inolvidable, la coronación de un año 2006 cargado de recitales de antología.









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3 Comments:

Blogger Fede / Billie said...

Mr Beto, qué lineas más conmovedoras y cautivantes, tanto que antes de empezar a leer me fui a hacer agua para el té y cuando me quise dar cuenta la hornalla estaba evaporando lo que quedaba en el fondo de la pava...

Y me maté de risa con esto: "Claro, yo me habí­a mandado sin más, pasándole por arriba a detalles como que el recital era en Gales, que no teníamos la más remota idea de dónde quedaba Newport, ni como ir, ni dónde quedarnos allá. Pero bueno, esas eran nimiedades porque íbamos a ver a Radiohead!"

Tuve la oportunidad de compartir con vos los recitales de los Stripes, Pearl Jam (¡por dios! sigo escuchando ese bootleg cada mes) y Patti Smith. Y doy fe en que andan ahí arriba como los momentos musiclaes más gloriosos de mi existencia.

Ojalá algún día toque la varita mágica de Radiohead en Argentina. Y de tantos otros, claro.

6:56 AM

 
Blogger beto9 said...

Gracias Fede! No tengo dudas que alguna vez Radiohead se acordará de nosotros, los sucios tercermundistas...

12:14 PM

 
Anonymous Anonymous said...

Que bueno che!
Muy bueno lo que escribiste, algunos recitales como el de REM en el 2001 y Pearl Jam fueron unicos... te envidio muchisimo por haber visto a Radiohead y Nirvana... esperemos que el rumor de que en Marzo Radiohead viene se haga realidad.
Te dejo un abrazo, pase unos minutos muy lindos leyendo acerca de alguien que disfruta y ama la musica como yo.
Saludos!

9:40 AM

 

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