Sin signos vitales
Ayer pasaba por un kiosco y llegó a mis oídos una canción, bastante conocida -más allá de que desconozca el nombre- que, si no me equivoco, pertenecía a Los Tipitos, o tal vez a Árbol, o... En realidad, podía pertenecer casi a cualquiera, y por varias razones, ninguna de ellas positiva. Es que no pienso ser políticamente correcto: en mi opinión, el rock nacional está en coma profundo, y no parece haber señales de resurrección.
Veamos, no voy a hacer referencia al geronte patético de Charly García, porque es malgastar tiempo y palabras. Menos a Fito Páez, a quien -por suerte - se le pasó el cuarto de hora y ahora el olvido, piadoso, tiende sobre él su manto. Tampoco a Bob Dylan... perdón, a Andrés Calamaro, triste copia del gran Bob. No incluyo a Spinetta, a quien respeto sobremanera por sus ya lejanos méritos en Almendra, Pescado Rabioso, etc. Tampoco a Ceratti, de quien añoro los tiempos de Soda Stereo y deploro su actualidad solista. No me referiré a Sumo ni a los Redondos, dos de las mejores bandas que ha dado este país, porque ya no existen. Pasaré de hacer alusión a Divididos, en un interminable barranca abajo, muy lejos de los tiempos en que eran una verdadera banda de rock (tres primeros discos). Tampoco me detendré en Las Pelotas, banda decente que aún subsiste. No me refiero a ninguno de ellos porque todos ellos, más allá de mi gusto personal, construyeron el rock nacional, y lo hicieron aportando -con resultados diversos- una genuina intención de crear buenas canciones y un sonido propio.
Me refiero a lo que hoy circula por las radios, a las bandas que hoy son el rock nacional. Me refiero a las bandas que, en general, llenan páginas de prensa y ocupan las grillas de los festivales. Me refiero a la Bersuit, a la 25, a Callejeros, a Pier, a Árbol, a Jóvenes Pordioseros, a Los Tipitos, a Miranda, a Turf, a Los Piojos, a Catupecu Machu, a Babasónicos...
Sí, ya se, muchos me van a saltar al cuello: ¿cómo podés mezclar a Babasónicos, a Catupecu, a Los Piojos, con esas bandas? ¡Sos un hijo de puta! Pero esperen, déjenme hacer distinciones antes de matarme.
El tema es que, dentro de una clara decadencia del rock nacional -y también del internacional, pero eso sera tema de otro post- se pueden distinguir grados y matices, además del hecho concreto de que no todas las bandas en cuestión son de generación '00. Digamos que se pueden distinguir varios tipos de banda, en orden decreciente:
a- Las "5 pal peso". Esas bandas ocupan el plano en el que quizás más incide mi gusto personal a la hora de que no me gusten, además de una omnipresente sensación de que siempre les falta esa monedita para llegar a ser realmente buenas. Allí se ubican Babasónicos, Caupecu y Los Piojos. En el caso de las dos primeras, puedo reconocer sin dudar que se trata de buenos músicos, que han hecho grandes canciones y que se encuentran embarcados en una constante búsqueda de evolución artística. El problema con esas dos bandas es el mismo: el cantante. Los dos cantan muy feo. Dargelos tiene una voz nasal, no trabajada en lo más mínimo y, en consecuencia, con pocas posibilidades, dado que el registro es muy limitado. Su voz es plana. En consecuencia, queda separada de la música. Quizás aquel al que le gustan los Babasónicos ya incorporó la voz como parte del sonido de la banda, pero yo nunca conseguí hacerlo, y por eso no me gusta.
El caso de Ruiz Díaz tiene la misma raíz: la ausencia de técnica. En este caso, a diferencia de lo que hace Dargelos -que es más astuto-, Ruiz Díaz no canta, grita. Grita todo el tiempo, la voz aparece forzada y monocorde. El resultado es extremadamente molesto, porque ni siquiera tiene un timbre agradable y, nuevamente, la incapacidad de variar los tonos, sumada al grito constante, recorta el vuelo melódico. Resultado final: no puedo escuchar una canción de Catupecu entera, porque me agota.
Ambas bandas mejorarían ostensiblemente si ambos cantantes tomaran algunas lecciones de su metier. Me pregunto, si lo han hecho Ceratti, Ciro Pertusi, Dave Gahan y Bono, ¿por qué no pueden hacerlo ellos?
Después están Los Piojos. En el caso de estos muchachos se trata de una cuestión de piel. Me desagrada profundamente desde la apariencia a la voz de Andrés Ciro. Y me desagrada la música de la banda -excepción hecha de un par de canciones-, no me gustan los estilos que combinan (la murga siempre me pareció algo en extremo desagradable) ni cómo lo hacen. No me gustan. Sin embargo, reconozco en ellos también, una originalidad, una búsqueda artística. Ergo, más allá de que no me gusten hay respeto.
El problema es que esas tres bandas sean lo más respetable que hay hoy en día. Si uno compara con las que eran las bandas más decentes de los '70, '80 y '90, empieza a constatar la decadencia de la que estoy hablando.
b- Después tenemos las bandas "todo igual". Son un compendio de grupos que, cuando son escuchados por la radio, por ejemplo, no presentan diferencias entre ellas. No sabemos a quién estamos escuchando, porque carecen de características distintivas. Es decir, probablemente el fan de esas bandas sí pueda distinguir a una de otra, pero en mi caso solo escucho una blandura en el sonido, una chatura de ideas y una ausencia de voces distintivas, que me supera. ¿Tanto cuesta que una banda suene con fuerza, aún siendo pop? ¿Tanto cuesta conseguir que un tipo cante como la gente, que su voz tenga personalidad, que diga algo? Todas estas bandas a las que hago referencia -y cuyo paradigma podrían ser Los Tipitos y Árbol- están apenas un escalón arriba del tipo cantando en un fogón con una guitarra criolla. ¿Se entiende? Ese es el nivel en todo sentido: canciones apenas trabajadas, un sonido paupérrimo, voces que parecen haber sido grabadas mientras el cantante se bañaba. Muy pero muy pobre.
c- Viene el turno de las sobredimensionadas. Ahí podemos ubicar a Miranda y a Turf. La segunda banda había desaparecido un poco de la escena, pero ahora tiene pensado volver con todo. Y es, sin más, una reverenda porquería. Los ví en vivo dos veces, una de ellas antes de ser conocidos, la segunda, en el pico de popularidad. Una banda que arrancó teniendo cierta onda y que se entregó sin más a la reivindicación del kistch y de la grasada pura, reivindicando a Palito Ortega y el club del clan. La coolización del kistch. El resultado es una banda patética, haciendo canciones pedorras y con letras propias de un quinceañero.
Por su parte, Miranda... Me supera. Otros reivindicadores del kistch y la grasada, aunque algo más respetables que Turf. Pero construyeron una carrera en base a dos hits. Es demasiado.
d- Y por último las horrendas, espantosas bandas de rock barrial-estón-redón. Acá ubicamos engendros como La 25, Jóvenes Pordioseros, Callejeros y Pier, entre muchísimas más. El rock reducido a su más patética expresión estética, en una absoluta falta de ideas . Muuuy pobre. En algunos casos -Pier y Callejeros- pésimos clones de los Redondos. Donde los Redondos tenían talento y originalidad, estas dos bandas solo muestran un envase vacío de contenidos, una chatura alarmante. Y La 25 y Jóvenes Pordioseros figuran acá como los más fieles exponentes del rock barrial rolinga. Si otras bandas, de otros estilos, tuvieran las mismas posibilidades -o al menos alguna llegada- que ellos, no entrarían en este listado. Es necesario que haya bandas de rock absolutamente básicas y directas. El tema tiene que ver con que, cuando esas bandas son la alternativa mayoritaria, la cultura musical se empobrece por falta de variedad. No hay opciones.
e- Por último, un párrafo aparte para una banda que detesto con el alma: la Bersuit. Me basta señalar que su música es realmente desagradable, con una sola canción propia que vale la pena. La otra canción valiosa es de Las Manos de Filippi. Ni hablar de la demagogia descarada del pelado Cordera. Música teóricamente "popular" que no es otra cosa que un cocktail de estilos musicales y letras políticamente correctas, impregnadas de un nauseabundo aroma a negocio. Un asco.
Lo que veo en el rock nacional hoy es una auténtica cultura del estereotipo. Las diversas bandas se postulan como representantes de algún estereotipo -el barrio, el pop, lo políticamente correcto, whatever- y un público cada vez más pobre culturalmente, con cada vez menos elementos dentro de su bagaje musical, compra. Compra por desconocimiento o porque no le queda otra. Pero compra. Y mientras, la tumba del rock nacional es cada vez más profunda.
11 Comments:
2006 debe haber sido el año más pobre para el rock argentino desde su fundación.
No hubo creaciones originales que valga destacar, las publicaciones nacionales se limitaron a tributos (unos ochenta a Calamaro y otros veinte al resto), cataratas de discos en vivo y decenas de compilados (de bandas que ya habían sido compiladas en el pasado).
Se ve que muchos andaban pensando lo mismo por estos días, ya que hace unas semanas le comentaba a mi amigo Nacho esta misma chatura de sonidos que hacía que me fuera directamente IMPOSIBLE diferenciar una canción de Kapanga de una de Intoxicados, La 25, Callejeros o Pier.
El rock posee una fuerza muy fuerte de reelaboración de sonidos, de búsquedas creativas e incluso de mestizaje con los sonidos más típicos de cualquier región del mundo. ¿Por qué no se la aprovecha?
La respuesta es un poco obvia: es más fácil hacer copias de segunda de los Stones, o directamente imitar hasta el paroxismo a los "clásicos" del llamado rock nacional.
Cuando cada fin de año armo, en un ejercicio lúdico, rankings anuales me entristece no poder colocar ninguna producción nacional en el rubro de la música (como sí lo hago en los de cine, o literatura). Pero, lamentablemente, en estas tierras hace años que no hay nada nuevo bajo el sol.
9:24 AM
Usted lo ha dicho. Es patético. Nunca antes me había pasado que, en el hipotético caso de estar escuchando radio o viendo televisión, cambiar automáticamente de canal si aparece algo nacional.
2:19 PM
Habrá que escuchar Mataplantas. ¡Tiene que haber alguna banda buena dando vueltas!
10:54 AM
Beto, ud sabe mi debilidad por Babasonicos y por Cerati (aun solista...igual...soda es soda)...aun asi, me parecio exclenete, respetuosa y acertada la descripcion.
Sobre Fernando Ruiz diaz me rei mucho con lo de que se la pasa gritando...ya lo tiene super incorporado pero es cierto...en la casa sera asi? PASAME EL PAAAAAAAAAAAAAAN!
Saludos Beto, un gran post
Y muchas gracias por leerme
Flor
9:22 PM
Hola Bee girl! Ante todo gracias por postear. Me encanta conocer las opiniones de la gente. Coincido con vos en que Catupecu es una muy buena banda, es original y no se copia de nadie. Por eso la única crítica que le hago es a como canta Fernando. Imaginate si a a la garra que le pone le sumara el dominio de su voz: la banda sería impecable. Saludos!
6:16 AM
Hola Flor! Sé de vuestro amor Babasónicos y Ceratti. A mí me gustaba mucho Soda y Ceratti solista... algunas cosas. Y con los Baba me pasa eso que te digo -¡perdón porque sé de tu devoción por Dargelos!- aunque como banda me parece muy buena. Saludos!!!
6:18 AM
hace mucho tiempo q buscaba leer algo tan justo y centrado como tu articulo, realmente escribiste una a una las palabras q siempre quise escribir acerca del agonizante rock argentino y la pegaste, te felicito x tu analisis y te invito a leer en mi blog un articulo q hice hace un par de semanas sobre bandas q se juntarian de nuevo tras el arrasante exito de la reunion de Vilma Palma. Por otro lado nadie definio mejor la autentica basura q es Turf como lo hiciste vos.
miles de aplausos
El Lord de los alfajores
5:43 AM
Juana Molina, Pez, Axel Krygier, son algunas de las bandas/solistas que sacaron re buenos discos en el 2006. Y que además hacen apuestas originales y prolijamente llevadas a cabo.
Hay que asomar la cabeza afuera de la 98.3.
También estaría bueno que si hacés un texto serio y que apunta a ser objetivo evitaras argumentos del tipo de "basta señalar que su música es realmente desagradable". ¿Se entiende no?
10:36 AM
Francisco: Ante todo gracias por opinar. Diseccionando tu respuesta.
1- Este blogger no tiene la más mínima intención de ser serio -nada más lejos de lo que es el rock-, ni mucho menos objetivo, ya que somos sujetos -ergo, no existe la objetividad- y encima se trata, digamos, de un blog mío de mí, donde reflexiono sobre lo que me plazca y cómo me plazca. Me parecía pertinente hacer esa aclaración, porque de esa manera deben ser valoradas mis opiniones: ni serias, ni objetivas.
2- No escucho esa frecuencia, ni ninguna otra. Las radios locales me parecen una bazofia, así que escucho mis discos. Si relees lo que escribí, verás que agarré la canción mencionada en un kiosco.
3- Que Juana Molina, Pez, Axel Krygier hayan sacado grandes discos, no le quita entidad a mi juicio. De hecho, podrías sumar a Los Natas. Pero ninguno de ellos aparecen ni por asomo en ningún lado, porque el mercado discográfico nacional no trabaja para que la gente escuche cosas como la gente, sino para que escuche garchas. Y ese era el punto de mi comentario. ¡Saludos y nuevamente gracias por dar tu opinión!
10:54 AM
Sobre las intensiones de tus post, nada que agregar. Está clarísimo y me parece perfecto.
Igual me parece que hay una cuestión un poco complicada y es que cuando se habla de rock nacional no se comprende a toda la música que es compuesta en argentina o por argentinos y que se puede llamar rock, sino que lo que se está haciendo es mover un canon que viene del poder y no de la música misma -a eso venía el comentario de la 98.3-. Y como todo canon, comprende ciertas cosas y deja afuera muchas más. Y la prueba está en que si yo te digo "yo escucho tock nacional" estoy seguro de que a vos no se te va a ocurrir que me estoy refiriendo a Pez, Juana Molina o Axel Krygier. Y ni hablar si encima tengo flequillo, ponele...
Hay muchos términos que fueron recientemente apropiados por el poder y eso hizo de que su utilización en cualquier tipo de conversación o texto tenga consecuencias políticas. Me refiero a palabras como "rock nacional", "memoria", etc. No estoy seguro de que se puedan recuperar algún día esas palabras -a menos que el poder las suelte-, pero me parece que como mínimo habría que dejar de usarlas. Es una posición política respecto del lenguaje. Si te interesa este enfoque te recomiendo la Lección Inaugural de Barthes en el College de France, y la de Foucault, que se llama El Orden del Discurso. Son cortitas y se consiguen usadas las dos.
11:45 AM
Estoy totalmente de acuerdo con respecto a la apropiación de términos e identidades por parte del poder. Aunque creo, también, que el poder -en este caso específico- de la industria (musical), no solo se ha apropiado, sino que genera y fomenta identidades, corrientes y conductas. Es teriblemente triste.
Te agradezco las recomendaciones que me hacés. Voy a procurar conseguirlas. Saludos!
11:48 AM
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