Thursday, December 11, 2008

Hubo un Timpo que fue hermoso...

Explorando en un par de bauleras familiares, empecé a recuperar cosas que creía perdidas hace demasiado tiempo. Entre ellas, volvieron a la luz, cubiertos de polvo y batallas, mis adorados soldaditos. Esos soldaditos, hoy vilipendiados como "juguetes bélicos" (¡vade retro!), eran mis juguetes preferidos, junto a la pelota. Nunca tuve afición por los autitos, que eran la tercera opción de cualquier infante hace treinta años, cuando -a Dios gracias- no había Play Station, ni Power Rangers, la televisión solo tenía cinco canales y uno podía jugar al fútbol en la plaza o en la vereda. Eran tiempos también, en que los soldaditos no eran tomados como formadores de violencia o de actitudes militaristas, sino simplemente, un medio para plasmar todas esas aventuras que bullían en nuestra imaginación, imaginación ricamente alimentada por libros e historietas, amén de las películas de "Sábados de Super Acción". Hoy, es imposible conseguir soldaditos de ningún tipo. O los pocos que se consiguen son muy berretas, o muy caros. Pero en aquellos tiempos gloriosos, uno iba al cine a ver "Simbad el marino", volvía flasheado, y al día siguiente el padre de uno podía aparecerse con esto:

"¡Simbad!", exclamaba uno. Y de inmediato se lanzaba a reproducir las hazañas que había visto en la película. Eran tiempos en los que los chicos sabíamos qué era un cowboy, qué era un romano, qué era un caballero medieval, qué era la Legión Extranjera. Hoy, te pasa que viene tu sobrino de diez años y te pregunta qué es un árabe. Pero en aquellos tiempos uno podía quedarse horas, tardes enteras, inventando aventuras, construyendo castillos con libros -si uno estaba en un departamento- o con maderitas -si uno estaba en un jardín- o incluso podía tener el fuerte y la caza del sheriff, un clásico de la época. Los soldaditos Timpo se conseguían en los kioscos. Como éste muchacho, quien me desveló desde la vidriera del kiosco de la esquina de casa durante un mes, hasta que junté las monedas necesarias para comprarlo:
Hoy, estos soldaditos no se consiguen. O sí, si estás dispuesto a a pagar cifras entre 70 y 90 dólares por cada uno de ellos. Cuando pienso que tenía literalmente decenas de ellos y que quién sabe qué les ocurrió, se me estruja el corazón. Pero no, no por la guita que podría sacar vendiéndolos. Jamás los vendería. Es por todas las batallas, por todas las aventuras que ya no podrán ser.


Yo lo tenía y hoy en Ebay sale ¡125 dólares!


Tenía literalmente una centuria de legionarios, divididos en cuatro manípulas, una de cada color (amarillo, verde, rojo y negro)


También tenía una cantidad importante de cruzados. Hoy solo me quedan tres, a caballo.

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